domingo, 8 de noviembre de 2020

 


Miguel Delibes. El Camino. Ediciones Destino. Barcelona 1983. 4ª Edición.

 

Había quedado con Manolo para nuestro paseo diario en la esquina de la calle La Bolsa. Cuando llegué ya estaba allí Manolo esperándome. Con la mascarilla puesta, parecía un cirujano de poca monta, de los que uno nunca se pondría en sus manos ni para que me quiten la verruga más insignificante… se lo dije, y se reía francamente, como es Manolo, franco, de los que los ves venir…

Ya estábamos caminando cuando se nos acercó un chaval de unos once años, moreno, ojos negros, espabilado, que saludo a Manolo con mucho entusiasmo y cariño, lo conocía, me comentó Manolo de la catequesis… me recuerda, me dice Manolo, al protagonista de la Novela El Camino de Delibes que había leído recientemente, azuzado por aquello de que este año celebrábamos el centenario del nacimiento de don Miguel Delibes, y qué mejor forma de celebrarlo que leyendo alguna de sus novelas… Pues no he leído esa novela de Delibes, le digo a Manolo, con lo cual le doy pie a que me cuente, sin contarme, los entresijos de la novela, sin decirme de qué va… animándome a leerla como siempre hace Manolo, cuando lee algo que le gusta y encuentra a alguien, como yo, que no lo ha leído… Tienes que leerla! es lo primero que me dice… es, el mundo visto desde los ojos de un niño de once años… es, una delicia de novela, es un desparrame de palabras que hilvanan una historia que es preciosa, humana… me emocioné en muchas de sus paginas me dice Manolo, y para Manolo, una novela que le emociona o le hace reír, es una grandísima novela, así esté catalogada como la mejor o la peor novela del mundo…

De entrada, me dice Manolo, Delibes se mete en la cabeza de un niño de once años, teniendo él treinta, con una delicadeza, con una sabiduría… digna de admiración… es su tercera novela, es su tercera obra maestra, publicada en 1950… El protagonista de la novela se llama Daniel, conocido como el Mochuelo… Él creía saber cuanto puede saber un hombre… (Pág. 7) Es un niño que se esta haciendo hombre y se cree ya hombre… nos trasporta a nuestra infancia… a nuestro descubrimiento de que la vida, no es sueño… La vida era así de rara, absurda y caprichosa… (Pág. 8) … El Mochuelo descubre que los mayores tenían, a veces, caprichos mas tozudos y absurdos que los de los niños… (Pág. 12) como el capricho de su padre de enviarlo a estudiar fuera del pueblo, para que él lograra ser lo que su padre no logró … el sueño de todos los padres y madres del mundo… lo cual en muchos casos interfiere con la voluntad de los hijos e hijas… surge el conflicto… el padre del Mochuelo era quesero, y decía categóricamente: No pasará la vida amarrado a este banco como esclavo. Bueno, como esclavo y como yo… (Pág. 13) Romper con lo que uno no quiere ser, proyectando en otro, en otra, lo que le hubiera gustado ser… ese otro, otra… el Mochuelo en nuestra novela aún no sabía que los hombres se enfuercen a veces con la vida y contra un orden de cosas que consideran irritante y desigual… (Pág. 13) nos recuerda la admiración por nuestros padres, nuestros superhéroes, a la vez, que vamos descubriendo que no lo son tanto, que no lo son nada, que son seres imperfectos de carne y  hueso…

La critica a lo injusto planea en toda la novela. En cuanto si el chico vale o no vale para estudiar depende de si tiene cuartos o si no lo tiene. Tú me comprendes. (Pág.14) Si en la familia hay posibles, el niño, la niña, estudia lo que quiera… si no aprueba en la pública, me la llevo a la privada de allí que… pagando, ya se sabe… ¿cuántos licenciados hay, que han tardado el doble de años en sacar sus licenciaturas, ahora grados… a costa del bolsillo de papa o mama? No estudia el que quiere (la mayoría sin saberlo) sino el que puede… Lo importante no son las piedras sino los que las usan para construir… Las calles, la plaza y los edificios no hacían un pueblo, ni tan siquiera le daban fisonomía. A un pueblo lo hacían sus hombres y su historia. (Pág. 33) Qué importante es conocer nuestra historia, me dice Manolo, para no volver a equivocarnos… qué importante enseñar a nuestros hijos e hijos amar la historia, para aprender lo bueno de ella… Me cuenta Manolo el episodio del alcalde, Don Ramón, en el que Delibes describe con mucha ironía nuestra idiosincrasia como pueblo, también hoy,  ante la cosa pública… ¿Qué preferían no asfaltar la plaza antes de que les aumentasen los impuestos? Bien. Por eso la sangre no iba a llegar al río. «La cosa pública es un desastre», voceaba, a la menor oportunidad, don Ramón. «Cada uno mira demasiado lo propio y olvida que hay cosas que son de todos y que hay que cuidar», añadía. Y no había quien le metiera en la cabeza que ese egoísmo era flor o espina, o vicio o virtud de toda una raza. (Pág. 34) Me mira Manolo, se para, me para, y me suelta ¿a quién le gusta pagar impuestos para la cosa pública, para lo que es de todos? Sin embargo es un deber ciudadano que nos hace fuerte, que nos dignifica como pueblo… el fraude fiscal, es un fraude a la comunidad y a una, uno mismo… es un delito contra la comunidad y contra ti mismo, misma… Ya lo sé, le digo a Manolo… Sí, pero es importante recordarlo… dice Manolo, sigue habiendo mucho fraude, mucho ladrón,… yo el primero, me dice, cuando no pago el IVA del fontanero… Bueno, le digo, eso es poco… sí, pero esos tantos pocos hacen un mucho… y reanuda la marcha…  escudriña en su cabeza el Manolo… y rompe el silencio… delicioso Delibes cuando describe en la novela a Gerardo, el Indiano… Los ricos siempre se encariñan, cuando son ricos, por el lugar donde antes han sido pobres. Parece ser está la mejor manera de demostrar su cambio de posición y fortuna y el más viable procedimiento para sentirse felices al ver que otros que eran pobres como ellos siguen siendo pobres a pesar del tiempo. (Pág. 83)… y me recita también este otro deleite… Tenía solo a la Mica -la llamaban Mica, tan sólo, aunque se llamaba como su abuela, pero, según decía el ama de don Antonio, el marqués, los ricos, en las ciudades, no podían perder el tiempo en llamar a las personas por sus nombres enteros-…(Pág. 84) socarrón Delibes… Así opinaba de la justicia, me dice Manolo, en la novela: Era la caprichosa, ilógica y desigual justicia de los hombres… (Pág. 144) tal cual es en realidad… le digo yo a Manolo…

Delicioso manejo de Delibes de la lengua castellana a lo largo de toda la novela… como cuando dice… Tenía el pelo rojo e híspido… (Pág. 16) la Sara tenía el pelo áspero, duro y tieso… la estoy viendo me dice Manolo… Si Paco y su hijo hubieran sido unos fifiriches… (Pág. 23) o sea, unos raquíticos, flacos y enclenques… como muchos que tú y yo conocemos, me dice Manolo… orinaban, hasta anegarlas, en las huras del campo… (Pág. 27) orinaban, me aclara Manolo, en algún agujero pequeño o en alguna madriguera de algún animal… o cuando dice… el lamento chirriante e iterativo de una carreta de bueyes avanzando a trompicones por una cambera… (Pág. 31)… ya hoy no hay carretas como entonces, o muy pocas… se me viene la imagen, me dice Manolo, de las carretas con los simpecados camino del Rocio… como se lamentan repetidamente mientras caminan por las hondas rayas del coto… o cuando en plena varga ya, empezaba el pueblo propiamente dicho… (Pág. 31) ¿dónde empezaba el pueblo? me pregunta Manolo… me pillas fuera de juego, le digo… pues empieza en la parte más pendiente de la cuesta, o sea en la varga…  Manolo me recuerda que el padre del Mochuelo era quesero, y un quesero… realiza su faena en el entremijo… (Pág. 35) ¿a qué te suena entremijo?... pues le digo a Manolo que a comida de pájaros, por lo de mijo… y se ríe… que va!, entremijo es la mesa donde trabajan los queseros … Vaya!, cuanto aprendo contigo Manolo… y suelto una sonora carcajada irónica… que Manolo comparte… seguimos el paseo… breve silencio que rompe Manolo… dice el Mochuelo en la novela que su madre hedía a boruga… esa la sé, le digo a Manolo sin dejarle continuar… boruga es una bebida que se usa en cuba y en la Republica Dominicana a base de requesón que, después de coagulada la leche, sin separar el suero, se bate con azúcar y se toma como refresco… si señor, me dice Manolo, que mira a la vez a una señora que se nos cruza con rasgos cubanos y dominicanos… muy guapa ella… Y… me dice Manolo… si te digo que esa mujer es abstrusa, (Pág. 52) ¿tú qué entiendes?... pues que es una mujer de difícil comprensión… bien, me dice Manolo, ya veo que te manejas… y si te digo que estoy enteco (Pág. 58) ¿qué?... pues que estoy enfermo,  le digo… muy bien, dice Manolo… seguimos caminando… y para hacer mas llevadero el paseo de dos horas que realizamos casi todos los días le pido a Manolo que me siga preguntando… y me dice, sabes qué es un ráspano(Pág. 63) sí, un arándano, le digo… bien, y las majuelas ¿qué son?... (Pág. 63) el fruto del majuelo, le digo, que son los espinos esos que hay por allí por la reyerta, que es rojo, dulce y de un solo huesecillo redondeado… sí, sí… me dice Manolo, que pensativo al cabo de un rato me suelta… y el jaramugo, (Pág. 63) ¿sabes qué es?... medito un rato, pero no lo sé… ¿te das por vencido? me dice Manolo, que se divierte como el Mochuelo en la novela… sí, le digo… pues la cría de cualquier pez… ah!... caminamos… pensativos… y suelta de nuevo Manolo… ¿qué son las almadreñas? (Pág. 93) … ni idea, replico… pues unos zapatos de madera… ¿y una gollería? (Pág. 98)… una exquisitez, le digo… bien… ¿y una encella?... pillado, le digo… son unos moldes para hacer quesos y requesones… ah! … rico el castellano… le digo a Manolo…

Miro a Manolo inquisitivo, lo que él interpreta como que me esta encantando la conversación y le pido más información de la novela,  y me dice: maravillosos refranes reflejos de la sabiduría popular… Cuando a las gentes le faltan músculos en los brazos, les sobran en la lengua… (Pág. 24) Apodos de pueblo, apodos que definen… Surgían como los grillos cuando el Moñigo… (Pág. 27) qué no ves la cara de el Moñigo, me dice Manolo… se queda pensativo… y me dice: En ningún cuerpo falta un lunar… (Pág. 34) qué te sugiere, me pregunta Manolo… no sé, le digo, pero lo que se me viene es que siempre hay alguno dispuesto a estropear la fiesta… siempre está ahí el malo de la película… Certero Delibes cuando sentencia: El ahorro, cuando se hace a costa de una necesidad insatisfecha, ocasiona en los hombres acritud y encono… (Pág. 37) o no?... sí, le respondo… siempre mejor satisfacer una necesidad que ahorrar a costa de ella, sentencia Manolo… Irónica, me dice riéndose, Manolo, esta otra sentencia: Dios es sabio y justo en sus decisiones; se ha llevado a lo más inútil de la familia. Démosle gracias… (Pág. 45) Hace algo de calor y me dice Manolo que si nos sentamos en el parque de los álamos… asiento, y sentados ya en un banco. Manolo al cabo me dice: Vivió conmigo mientras duró el dinero. Se acabó el dinero, se acabó Dimas (Pág. 74)… realmente Delibes encandila… tienen una prosa tan particular, tan sosegada… irónica, en este caso… ¿alguna más? le digo a Manolo… y me responde: Sabía también que la asiduidad y la constancia terminan por mellar el hierro. (Pág. 190)… que verdad mas grande Manolo… como esta otra, me responde Manolo: Los hombres se hacen; las montañas están hechas ya. (Pág. 201)

Delibes rezuma amor por la Naturaleza… Muchas tardes, ante la inmovilidad y el silencio de la Naturaleza, perdían el sentido del tiempo y la noche se le echaba encima… (Pág. 28) me encanta, me dice Manolo, perder el sentido del tiempo cuando me dejo llevar por la contemplación de una noche de estrellas… o del murmullo de las orlas de la mar…

Religioso, Delibes era creyente, cristiano… me dice Manolo… habla en esta novela mucho de Don José, que es un santo… el cura del pueblo… Dios está en él… (Pág. 75)… y dice: No creas que los santos huelen a colonia. Para Dios, sí, pero para los que olemos con las narices, no. Mira don José. Creo que no puede haber hombre mas santo, ¿eh? ¿Y no le apesta la boca? Don José será todo lo santo que quieras, pero cuando se muera olerá mal, como la Mica, como tú, como yo y como todo el mundo. (Pág. 132) … que bien escribe este hombre Manolo, le digo… tengo que leer la novela ya… se lee en una tarde, me dice Manolo… es una delicia… Mas adelante, recuerda Manolo otra cita de don José, buenísima: El señor cura afirmó que, «en realidad, el día del Juicio Final habría muy poca gente del pueblo a la derecha de Nuestro Señor, si las actuales costumbres no se enmendaban radicalmente» (Pág. 165)  … sonrío… y así toda la novela, me dice Manolo, emocionado o riéndote… Fíjate, me dice Manolo, cómo define la felicidad: «Algunos -dijo- por ambición, pierden la parte de felicidad que Dios les tenía asignada en un camino más sencillo. La felicidad -concluyó- no está, en realidad, en lo más alto, en lo mas grande, en lo más apetitoso, en lo más excelso; está en acomodar nuestros pasos al camino que el Señor nos ha señalado en la Tierra. Aunque sea humilde.» (Pág. 181-182) sabio Delibes… digo… En otro momento de la novela… ante la muerte… dice Delibes: Tu hermano acaba de morir-dijo. Y a Tomás se le saltaron las lagrimas y juró entre dientes como si se revelara contra Dios por su impotencia.  (Pág. 200)… Pancho, el Sindiós, dijo de aquella fuerza que era el Destino, pero la Guindilla dijo que era la voluntad del Señor. (Pág. 200) Dos posturas, dos formas de ver el mundo… filosófico Delibes… y caminamos pensativos… dice Manolo… es que la muerte se empeñó en llevárselo y contra ella, si se ponía terca, no se conocía remedio. (Pág. 202) y un poquito mas adelante cita Manolo: La muerte era lacónica, misteriosa y terrible. (Pág. 204) … así es, sentencio yo…

También hay momentos duros, desgarradores… como cuando La Josefa, toda desnuda, estaba subida al pretil, de cara al río, y miraba la fiera corriente con ojos desencajados… (Pág. 107) se mató por un amor no correspondido… lo que le recordó a Manolo una historia que el vivió en la urgencia de un Hospital cuando de repente apareció allí una mujer que al quitarse el abrigo que llevaba se quedó allí desnuda… paseándose con descaro… y era al parecer la mujer de un médico de allí del hospital que la había dejado… en fin…  historias tristes dice Manolo que rompen el corazón de los sensibles… el mío le digo a Manolo… y el mío, me responde Manolo… menuda pareja de sensibleros… Y también hay momentos de profunda reflexión… Él no tenía aún autonomía ni capacidad de decisión. El poder de decisión le llega al hombre cuando ya no le hace falta para nada; cuando ni un solo día puede dejar de guiar un carro o picar piedra si no quiere quedarse sin comer. ¿Para qué valía, entonces, la capacidad de decisión de un hombre, si puede saberse? La vida era el peor tirano conocido. Cuando la vida le agarra a uno, sobra todo poder de decisión. En cambio, él todavía estaba en condiciones de decidir, ero como solamente tenía once años, era su padre quien decidía por él. ¿Por qué, Señor, por qué el mundo se organizaba tan rematadamente mal? (Pág. 219)

Cuando ya casi estamos acabando el paseo, me comenta Manolo el arte que tiene Delibes en esta novela poniendo apodos… y recita de memoria: También las apodaban las Cacas, porque se llamaban Catalina, Carmen, Camila, Caridad y Casilda y el padre había sido tartamudo… (Pág. 76) otras personajes de la novela son apodadas, la Guindilla mayor y la Guindilla menor… o Catalina, la Lepórida… (Pág. 76)… Llegaron después la Basi, la criada del boticario; Ñuca, la del Chano; María, la Chata, que también tenía el vientre seco; Sara, la Moñiga, las otras cuatro Lepóridas; Juana, el ama de don Antonio, el marqués; Rufina, la de Pancho, que desde que se casó tampoco creía en Dios ni en los santos… (Pág. 77)… Pepe, el Cabezón… (Pág. 87)… Germán, el Tiñoso…(Pág. 88) Quino, el Manco… Pancho, el Sindiós… (Pág. 103) …

Terminamos el paseo. Manolo se calla. Le agradezco todo lo que me ha contado de la novela de Delibes y le digo que muero por leerla… Delibes engancha… me dice Manolo… escribe muy bien… te enamora su forma de contar las cosas, con esa sencillez… tan profunda… callamos un momento… y me estoy despidiendo de Manolo cuando me dice… me despido de ti como se despide Delibes en la novela… Y cuando empezó a vestirse le invadió una sensación muy vívida y clara de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado. Y lloró, al fin. …

Bravo, Delibes…!!

 

Mauricio Ruiz Berlanga.

 

 

 

 

La imagen de la portada del libro: https://www.iberlibro.com/CAMINO-Col-Destinolibro-100-MIGUEL-DELIBES/5000125472/bd

Para conocer mejor a Miguel Delibes: https://www.fundacionmigueldelibes.es/

 

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