martes, 24 de noviembre de 2020

 



 

Alejandro Pérez Lugín. La Casa de la Troya. Estudiantina.  Librería “Galí”. Santiago de Compostela (La Coruña). 1968 Septuagésima cuarta Edición.

Ya le dije yo a Manolo cuando comenzamos aquella mañana nuestro habitual paseo que nos iba a llover… y así fue… llovía chirimiri al principio, pero después, a mares y a cantaros… lo que nos obligó a recluirnos en la librería de nuestro amigo Pablo… una librería preciosa, de viejo y de nuevo, de compra, venta y alquiler de libros, que aguanta como puede los vaivenes de la situación actual… vender libros hoy en día, con lo poco que se lee, con las tabletas electrónicas para leer, con los amazones, con las casas de los libros, con los todos tus libros, con los fenacs, tiene mucho mérito… Manolo me dice que  Pablo es uno de esos libreros vocacionales al que le da igual ganar dinero, que lo que le gusta es cuidar, mimar y promocionar la compra del libro para que se lean… realmente el mundo sería muy distinto si todos leyéramos más… y cómo llovía aquel día… Manolo, nada más entrar en la librería se fue hacia las mesas donde están los libros viejos, ya usados, de segunda, tercera o cuarta mano, vete tú a saber…que suelen estar a un euro el ejemplar… ya ves tú, me dice Manolo, esta joya a un euro… pero esa es la realidad… el libro, excepto en contadas ocasiones, con el paso del tiempo no tiene apenas valor… pero también, me dice Manolo, que en realidad un libro no tiene precio, porque al conocimiento,  a la imaginación, al libre pensamiento, no se le puede poner precio… seguía lloviendo a chuzos, Manolo me invitó a sentarnos en la mesa camilla que hay en un rincón de la librería donde Pablo aprovecha para leer, marcar, acariciar, recomponer, los libros que le llegan y para echar una cabezadita cuando es menester…  Pablo estaba atendiendo a una señora, así que acepté la invitación de Manolo, que antes de sentarse comprobó si el calienta cachas estaba encendido porque llovía y hacia frio aquel día…

                Manolo se trajo de la mesa de libros antiguos un ejemplar de una novela titulada La casa de la Troya de Alejandro Pérez Lugín… antes que de que Manolo me lo preguntara ya le había comentado yo que no conocía ni la novela ni el autor, por lo que deduje que ya teníamos conversación… Manolo se acomodó… se arrebujó en la cómoda mecedora… y le brillaban los ojillos deseoso de empezar a contarme de qué conocía él aquella novela, por qué la había leído… quién era su autor… yo me acurruqué también, con expresión de escucha atenta… esa que le gusta tanto a los psicólogos… y qué tan difícil es de practicar… pero que la aconsejo vivamente porque ayuda mucho al que tiene algo que comunicar, el que alguien le escuche… y lo haga con atención… Manolo que desde su posición en la mesa camilla veía la calle a través del gran ventanal que precede al amplio escaparate de la librería… se quedó embobado mirando la lluvia que seguía cayendo con devoción… tuve que ser yo el que con un chissst le sacará de su arrobamiento… pensaba, me dice Manolo, en Galicia, en lo que llueve en Santiago… y eso? le pregunto… porque esta novela está escrita allí, transcurre allí, me dice… hoy llueve aquí como allí, le digo… asiente Manolo… que bonita es Galicia… con lluvia y sin lluvia…

                Te sorprenderá, me dice Manolo… yo no le dejo continuar y le digo que de él ya no me sorprende nada… sonrío… pues te va a sorprender, se reafirma Manolo, que esta novela que tengo en mis manos, la conocí, y luego leí, por medio del Máster de Espiritualidad que realicé cuando me prejubilé hace ya casi cuatro años en la Loyola… ah! le pregunto, ¿es que la novela va de místicos?... que va, me dice Manolo, la novela es una preciosa historia de amor… bien escrita, trabada… que emociona… que refleja fielmente la vida de los estudiantes en aquel Santiago de principios del siglo XX… Vaya! que no me esperaba que la compra que estaba realizando por dos euros y medio me fuera a gustar tanto… dime entonces que tiene que ver con el Máster, que por cierto otro día me tendrás que contar que tal te fue, con la novela que tienes entre manos…  Pues esa es la cosa, me dice Manolo… el Master aun no lo he acabado… estoy liado con el trabajo fin de Master que lo estoy realizando sobre la experiencia de Dios, o sea, de la mística del padre Arrupe… ¿del padre Arrupe? le pregunto extrañado… sí , me dice Manolo, pero otro día te cuento el por qué de ese trabajo, que si no, no me da tiempo de hablarte del libro… Que grandísimo ser humano, el padre Arrupe, le digo a Manolo… sí, me confirma… y según más lo conoces más caes en la  cuenta de la grandeza de su corazón, de su humanidad, de su liderazgo… ya veo que lo conoces bien, le digo a Manolo… sí, me dice Manolo, lo estoy estudiando y conociéndolo muy a fondo… pero… volvamos a la Casa de la Troya que nos despistamos… aunque es el padre Arrupe, me dice Manolo el que me aconsejó su lectura, me dice Manolo, para mi asombro…  ¿cómo es eso?... le pregunto… pues leyendo una autobiografía que tiene el padre Arrupe de su época de misionero en Japón, titulada Ese Japón increíble…, en la página 12 de la 5ª edición que hace la editorial Mensajero en Bilbao en 2001, dice el padre Arrupe… Quien haya leído La Casa de la Troya conoce ya casi todos mis años de estudiante… claro, me dice Manolo, lastima que no precisara con que protagonista se identificaba más… sin pensármelo entré en el oráculo Google y busque la novela para hacerme con ella, con el sano propósito de hacerme una idea de cómo era ese ambiente estudiantil con el que de alguna manera el padre Arrupe identificaba sus años de estudiante universitario… comencé a leerla, me dice Manolo, con reparos… con el prejuicio de cómo una novela de tantos años iba a ser buena o entretenida… de un autor desconocido para mí… y su lectura fue muy gratificante, entretenida… de las que hace afición a la lectura… recomendable…

                Manolo acaricia el ejemplar de la Casa de la Troya que tiene entre manos y lo veo que se detiene en una de las  primeras páginas… lee en voz alta la dedicatoria de la persona que compró el libro… y lo hace con un respeto máximo… regalar un libro es siempre regalar amor, buenos deseos… y si va dedicado, siempre hay complicidad entre la, o el, que lo regala, y el contenido del libro… en este caso hay además mensaje que sólo sus protagonistas saben, con certeza, lo que quieren decir… emociona saber, me dice Manolo, con el cariño, que este ejemplar, Patricia, se lo regaló a su abuela Maruja, haya por Agosto de 1998, el día 15, que es el día de la Asunción de la Virgen, fiesta católica, muy celebrada en muchos pueblos de España… la dedicatoria dice así… la vuelve a leer Manolo con mucho sentimiento: A mi abuela Maruja, por ser la Virgen de la Paloma. Mil millones de besos. Y no hay mantón de la China. ¡Pero algún día lo habrá!. Patricia. 15 de Agosto de 1988. … Pues que bonito, le digo a Manolo… Maruja es un hipocorístico del nombre hebreo de María[1], la madre de Jesús…  probablemente la abuela de Patricia, Maruja, celebraría su santo el 15 de Agosto… de ahí que su nieta Patricia le regalara este libro… y pues puestos a elucubrar, me dice Manolo, Patricia le regala a su abuela el libro por ser la fiesta de la Virgen de la Paloma, que es la patrona popular de los madrileños… Patricia quiere a su abuela a rabiar… tanto, que no le envía un beso sino  mil millones… que es una cifra considerable… se queda un momento pensativo Manolo y continua… y la parte final de la dedicatoria, es seguro, que Patricia esta jugando con la estrofa de la castiza Zarzuela «La Verbena de la Paloma» que dice «Por ser la virgen de la Paloma, un mantón de la china, te voy a regalar.»[2]… por eso le dice Patricia a su abuela Maruja que no hay mantón de la China, pero que algún día lo habrá… sí señor¡ Manolo… ojala que Patricia le regalara a su abuena ese mantón de la China que ella deseaba, y desde aquí, le enviamos un fuerte abrazo a Patricia y a su abuela Maruja para que estén donde estén sigan disfrutando del cariño que se profesan…

 



 

Cómo disfruta mi amigo Manolo con los libros… y cómo disfruto yo de los comentarios que el me hace de los mismos… amenizando nuestros paseos… pero hoy seguimos sin poder pasear… sigue lloviendo intempestivamente… y seguimos los dos acurrucados en la mesa camilla, que es donde dos jubilados tienen que estar un día de lluvia… Manolo, que sabe lo que me gusta que ponga a prueba mi conocimiento del significado de muchas palabras de nuestra maravillosa  lengua castellana, hoy, por cierto, atacada, por la incultura reinante en nuestros políticos actuales… esto lo dejo en mis pensamientos, porque si le saco el tema a Manolo se enciende, y me quedo sin enterarme mas cosas que seguro me tiene que contar sobre La Casa de la Troya… Así, me pregunta si sé el significado de rábulas… (Pág. 7) le digo que no… Manolo me dice que seguro que conozco a alguno… rábula es una abogado, indocto, charlatán y vocinglero[3], vamos yo tengo dos en mente que cumplen perfectamente con esa definición… quienes son, le pregunto a Manolo… pero me cambia de tema… para decirme que Alejandro, el autor de la novela, es un buen psicólogo… Conoce bien a sus personajes… los maneja oportunamente… y yo me quedo si saber que dos abogados son para Manolo unos rábulas… Como sigue lloviendo, Manolo me sigue preguntando… ¿y el malsín, sabes lo qué es?... niego con la cabeza… pues con ese adjetivo define Alejandro a uno de sus personajes… ¡El malsín de Samoeiro!... (Pág. 47) es decir, el soplón, el cizañero de Samoeiro… desde luego, me recuerda manolo, con este es seguro que el bueno del padre Arrupe no de identificaba… ¿y brollonés?... (Pág. 51) ese sí que lo sé, le digo a Manolo, porque mi compañero de la mili, Santiago Martinez Mosquera, que es gallego, es de Pobra de Brollón, un consejo de la provincia de Lugo…  cuando le preguntabas a Santi que de donde era decía que era brollonés… buena gente el Santi… lastima que no sé de él desde que acabamos la mili, pero fíjate han pasado mas de cuarenta años y aún me sigo acordando de él… las buenas personas dejan huella indelebles en el tiempo… Manolo ojea el libro y me suelta… ¿mesada? (Pág. 61) te suena… sí, le digo, eso es la paga que tu das o pagas mensualmente por o para algo… bien… me dice Manolo… y… ¿fámula?... (Pág. 63) esa es fácil Manolo, todo el mundo sabe que una fámula es una señora o señorita, o señor o señorito del servicio doméstico… y… ¿buhedal?... no lo sé Manolo, diría que es una reunión de búhos, pero no lo sé… me rio… pues mira, dice Manolo, en el contexto que lo usa Alejandro… …lo bastante para tranquilizar las explicables y bien fundadas inquietudes que le produjo verle a usted sumergido en el buhedal de la vida cortesana… (Pág. 64) está calificando la vida cortesana de lugar cenagoso… lugar poco recomendable… vamos, le digo yo a Manolo, como las cortes actuales… buhedal donde los haya… y me responde Manolo… lo que les hace falta a nuestro gobierno actual es una palingenesia… (Pág. 64) ¿mande?, le pregunto a Manolo con cara de asombro… pues una regeneración total, un renacimiento al sentido común del que no hacen gala en ningún momento…  totalmente de acuerdo, le confirmo a Manolo…  de hadario, me dice Manolo seguidamente, califica Alejandro a otro personaje de su novela… concretamente dice… es el de ese hadario de Lorenzo Carballo… (Pág. 64) pues no sé qué significa… desdichado, me dice Manolo… vaya… Alejandro, me dice Manolo, maneja mucho vocabulario, antiguo, dicen los que lo conocen… para mí, es castellano, y punto… son palabras que ciertamente no se manejan con asiduidad, pero que enriquecen nuestra lengua… la segunda más usada en el mundo… y tan maltratada por el gobierno actual…  creo, sigue Manolo, que al actual gobierno sin duda que Alejandro lo tacharía de areópago (Pág. 87) es decir, de grupo de personas graves a quienes se atribuye, las más veces irónicamente, predominio o autoridad para resolver ciertos asuntos…[4] o también de ser un gobierno taimado , (Pág. 87) ) es decir…  bellaco, astuto, disimulado y pronto en advertirlo todo[5]y se quedaría corto, apostillo… Sin embargo hay una palabra que usa Alejandro en su libro, me dice Manolo, que ni el oráculo de Google me ha sabido dar norte… larpeirón… no me suena de nada, le digo a Manolo… no sé… igual se la ha inventado Alejandro, me dice… ¿En qué contexto la dice? igual así le sacamos un significado, le digo… parece que es como un insulto, me dice Manolo… ¡Largo de ahí, langrán, larpeirón, o le tiro una pesa a la cabeza!... (Pág. 96) ¿langrán?.. sí, me dice Manolo, eso es gallego, significa gandul, holgazán, vago… por eso deduzco que larpeirón es un insulto… pero ya te digo, no he encontrado nada sobre este vocablo… a lo mas que he llegado es a que larpeiros[6] en según qué contextos se traduce por glotón… puede que Alejandro, en uso de su libertad y creatividad lingüística, escribiera en vez de larpeiros, larpeirón… y se quedo tan pancho, remato yo…  Miro hacia la ventana y la lluvia no cesa… yo estoy muy a gusto y Manolo más, sigue ojeando el libro, buscando palabrejas para cogerme… Pablo sigue de cháchara con la cliente… Manolo levanta la cabeza… ya ha encontrado una, me digo… ¿Sabes que es una faneca?... sí que lo sé… al horno están espectaculares… es un pescado de la familia del bacalao… muy bien, asiente Manolo… y cuando decimos que una mano es ultriz… ¿Qué estamos diciendo?... pues que es una mano vengadora… le digo a Manolo… que me aplaude flojito el acierto…

                Un personaje entrañable de la novela es Barcala… me flipa la andanada que le pega a su amigo Gerardo, terminada una noche de diversión, con el resto de estudiantes residentes en La Casa de la Troya… - Esos bárbaros no saben una palabra de literatura, a pesar de todos los sobresalientes de Pereiro. Ninguno ha leído a Eça de Queiroz. ¿Crees tú que se puede vivir dignamente sin haber leído al Enorme?... No se lo digas a nadie: es una de mis devociones. ¡Viva la literatura! ¡Viva Galicia! ¡Abajo la revolución francesa! (Pág. 84). …con que sencillez y brillantez, Alejandro, por boca de su personaje Barcala, entrañable, ensalza la literatura, la buena literatura de un contemporáneo suyo… Eça de Quiroz… abogado, novelista, cónsul, portugués… me recomienda Manolo que lea de este novelista El crimen del padre Amaro… de la que ya me hablará otro día… sigue lloviendo… Manolo sigue hablando… Es Barcala el que, a la pregunta de Gerardo por Carmen, de la que está enamorando, la define así… - ¡Carmen! ¡Carmen!... ¡Carmen, carminis, el verso!... ¡Un tratado de calología!... (Pág. 84) aquí se para Manolo y me mira para saber si sé lo qué es un tratado de calología… sin esperar a que me lo pregunte le digo… pues es un tratado de estética, un estudio sobre la belleza… y termina Manolo con fuerza imitando supuestamente al Barcala de la novela gritando… ¡Viva la belleza!...- y, agotadas sus fuerzas, dejóse resbalar lentamente hasta quedar sentado en el suelo. (Pág. 84)… me dice Manolo recordando su lectura de la novela… la verdad… es una delicia… Otro personaje entrañable es Doña Generosa, dueña de la pensión La Casa de la Troya, me dice Manolo… Doña Generosa no comprendía cómo al entrar en la iglesia ciertas personas no las pulverizaba un rayo del cielo. (Pág. 243) …

                La novela de Alejandro Pérez recoge algunas canciones populares gallegas, que dichas en ese idioma me encantan, suenan tan bien!… me dice Manolo, escucha esta que le canta Carmiña a Gerardo, nuestros protagonistas de esta linda historia de amor… (Pág. 76)

Nin me falas nin me miras,                                                                                                                 castigo d’o meu pecar.                                            
¡Caminiños que eu andiven                                                     
 quen poidéravos andar!

que traducido por el traductor del oráculo Google y mi toque personal viene a decir…

No me hablas ni me miras,                                                                                                                         castigo por mi pecado.    
¡Caminos que recorrí,                                                                                                                               quién pudiera volverlos a caminar!

o esta otra que canta Carmiña… (Pág. 77)

N’o xardín una noite sentada                                   
o refrexo d’o branco luar,                                                                                                                            una nena choraba sin trégolas                                                                                                                      os desdes d’un ingrato galan.

traducida por Google y mi intuición dice…

Una noche en el jardín, 
sentada a la blanca luz de la luna,                                                                                                                  una niña lloraba sin cesar                                                                                                                       
por los desdenes de un ingrato galán.

                Memorable el dialogo de la página 148, me dice Manolo, en la que acaba de aterrizar… esta novela da para mucho, le interrumpo… Manolo no me hace caso y sigue… entre dos profesores de un tribunal de exámenes… en el que uno le recuerda al otro a la hora de calificar a un alumno el examen brillantísimo que ha hecho el señor Cunca y Velarde, don Esteban… a lo que el otro le responde… -¡Ah! Sí. Cunca y Velarde; ese papagayo que se sabe al pie de la letra, sin faltar punto ni coma, el libro de texto. Tiene usted razón. Secretario, póngale usted un “suspenso” muy grande a ese majadero. -¿Cómo suspenso?- rugió indignado don Claudio- ¿Suspenso un muchacho que lleva toda la carrera con notas de sobresaliente y que ha dicho sin equivocarse en una palabra las tres lecciones que le han correspondido en suerte? - ¡Pues por eso! Y si se examina conmigo, de grado no pasa. ¡Sobresaliente a un papagayo! ¡Dame la patita, lorito!... ¿Pero usted cree que se puede aprobar, en conciencia, a esos almacenes de palabras?... ¡Suspenso, suspenso y suspenso!... Genial¡ exclamo… la enseñanza memorística no sirve para nada… fíjate la de tarados que hay España por culpa del sistema de oposiciones… a más dificultad… notaría, abogados del Estado, jueces… más grado de… los jueces!... me interrumpe Manolo… son mas equilibrados… rompen más en corrupción… bueno, hay de todo… como la especie humana… más buenos y mas malos… sigue lloviendo… Manolo no mira el reloj… se le ve muy a gusto con la novela en la mano, paginando una y otra vez… yo si que lo miro, pero no le digo la hora… total, tenemos tiempo por delante… Manolo se queda leyendo una página para sí…  espero a que termine… ¿qué? le pregunto… pues que este Alejandro me gusta mucho como escribe… mira, continua Manolo, que dos metáforas más pulcras sobre la muerte… Sólo un leve movimiento de los dedos y el ronquido de una respiración trabajosa denotaban que todavía quedaba vida en aquel cuerpo, presa ya de la Implacable (Pág. 184) y la otra: -Fuertemente abrazóse Carmiña a su padre, queriendo defenderle con su cuerpo de la Invisible… muy agudas, le digo a Manolo… y repito… la muerte, implacable e invisible… sí señor! Bravo, Alejandro!

                Alejandro Pérez, el autor de la novela, además de novelista es periodista… conoce bien la sociedad de su época y la refleja y describe de maravilla a lo largo de la novela… así habla de los ricos… Los ricos, como decía muchas veces el sentencioso Antoñito el gitano, que aunque “tocaor” de guitarra, era un hombre profundo, no deben tener mas ocupación que la de gastar para que los pobres vivan… (Pág. 13) sin embargo, me apunta Manolo, no saques conclusiones de esa cita, pues más adelante Alejandro pone en boca de Gerardo, el estudiante protagonista de la novela, la siguiente reflexión… La humildad de los barrios de San Lorenzo y el Carmen de Abajo, que se extiende a término de la ciudad entre maizales y robledales, parecióle a Gerardo cobardía. ¿Por qué los miserables que habitaban aquellas casuchas sórdidas no subían viriles y justicieros a arrasar la población, empezando por la Universidad?... Bueno, le digo a Manolo, parece que el tal Gerardo incita a la revolución… lo que sí esta claro es que el autor refleja en la novela la época convulsa, revolucionaria, que le tocó vivir… y también refleja en varios pasajes de la novela su poco aprecio al mundo del Derecho, que son los estudios que realiza Gerardo… La ciencia del derecho antojabásele la más árida, absurda y arbitraria de todas las ciencias. Un mismo precepto decía blanco o negro, según lo interpretase un necesitado de uno o del otro color. -En suma -definía al Derecho-: una gran máquina, una diabólica maquina de enredar y hacer daño. (Pág. 138)… algo de razón tiene, le digo a Manolo… y que te parece este otro párrafo, me dice: Hay que desengañarse señores, los pueblos no serán felices ni podrán llamarse libres mientras no escriban todos sus códigos en un librillo de papel de fumar… ¡Je je! (Pág. 139)… en la misma línea que los párrafos anteriores… un tanto ácrata, el Gerardo, le digo… no sé… me responde dubitativo Manolo… leyendo a continuación… Diríase que pesaba sobre la ciudad un pavor tremendo e inexplicable a los males que acarrea la que acaso allí nombraron “funesta manía de pensar”. Que nadie haga nada, que no quiera saber nada, que no se entere de nada...(Pág. 140) Pues diríase, le digo a Manolo, que está describiendo la hoja de ruta de nuestro gobierno actual… mejor aún, me dice Manolo, la definición que hace Alejandro de esa gente mala que existe… Gente sutil, que tiene la astucia metida en el cuerpo; de caminar lento y tortuoso, pero seguro; erguidos cuando les conviene, cuando no, arrastrándose. Y siempre adelante. No se alteran por nada, ni se incomodan, ni se quejan, ni retroceden. Sonríen siempre, ¡coitadiños!, y van a lo suyo derechitos, por el camino real o por la corredoira escondida… y sigue.. solo se les puede vencer con sus mismas armas: paciencia, habilidad y mala intención… ¿En quienes estas pensando? me pregunta Manolo… en el Gobierno actual… naturalmente… me los ha clavado don Alejandro Pérez… respondo…

                Sigue lloviendo… tampoco tenemos otra cosa mejor que hacer, así que Manolo sigue ojeando la novela para recordar los placeres que le suscitaron su lectura… Hay mucha poesía en la novela, me dice… no hay historia de amor sin poesía, le digo… y me responde: El sol poniente besaba amoroso tanta hermosura, despidiéndose con pena hasta el otro díaY sintió que un feliz optimismo le poseía… (Pág. 20) llega eh!... sí que llega, sí, le respondo… y escucha esta andanada que le suelta Alejandro a los que no viven y sienten su Galicia… ¿Qué sabéis de paisajes, panoramas, ni fastuosidad de la Naturaleza vosotros los que habéis corrido el mundo de punta a cabo sin gozar la dicha de asomaros a la maravilla, al pasmo de las rías, los montes y los valles gallegos? (Pág. 176) … esto no es nacionalismo, le digo yo a Manolo, esto es amor a la tierra, que es muy distinto… así es, reconoce Manolo… hablando de amor a la tierra… mira con que respeto y cariño trata Alejandro a la más grande novelista y poetisa gallega… y empieza a leer: Es un pecado mortal morirse sin ver los campos divinos que inspiraron a Rosalía sus mas morriñosos versos. Cuando el tren haga alto en la estación de Padrón, asómate a la ventanilla contraria al andén. Allí, junto a la vía, veras, “en su cárcel de espinos y rosas”, una casiña aldeana, amorosamente rodeada de árboles. Descúbrete y reza. Allí, durante muchos años, se albergó Rosalía; allí escribió sus últimos versos; allí vivió el alma de Galicia. (Pág. 195)… Pablo, que se ha acercado a nosotros, le dice a Manolo que lo ha emocionado escuchar esas palabras tan sentidas y bien leídas sobre la gran Rosalía de Castro… pura poesía…

                A dejado de llover… nos despedimos de Pablo… me despido de Manolo que me dice… Pero nunca el rencor hizo nido en los corazones nobles… (Pág. 270)…

Bravo, Alejandro!


 

Hay cinco versiones cinematográficas de la novela:















 

Esta es la Casa de la Troya, nombre de la pensión que da titulo a la novela y el recuerdo que en la fachada de la misma hay de Alejandro Pérez Lugín:

 



                          

 

Para saber más de la novela, de su autor y de la Casa de la Troya en la actualidad convertida en museo, y de las cinco versiones cinematográficas que de la novela se han llevado a cabo… visita:

https://www.lacasadelatroya.com/

https://www.fundacionjacobea.org/santiago-de-compostela/la-casa-de-la-troya/

https://lacasadelatroya.gal/es/

 

 Mauricio Ruiz Berlanga.

24 de Noviembre de 2020.

 

sábado, 14 de noviembre de 2020

 


 



Gregorio Verdugo. El loco de la calle. Ediciones En Huida. Castilleja de la Cuesta (Sevilla) 2018.

 

Que de tiempo hacía que no venía con Manolo a la Plaza Cabildo. La verdad es que en verano no venimos nunca porque esta atestada de gente. Eso es bueno para los hosteleros, pero malo para la tranquilidad con la que a Manolo y a mi nos gusta conversar saboreando una copa de manzanilla y una tapita de papas aliña o de huevas aliña, esta última la preferida de Manolo que cuando la pide siempre dice… nunca consigo en mi casa aliñarlas y darle el punto que le dan a las huevas aliña aquí… y yo le digo… porque el punto se la da la plaza Cabildo… la misma hueva con la misma sal, la misma cebolla, el mismo aceite en tu casa nos sabe igual… hay que venir aquí a tomarla, con este sol, esta temperatura maravillosa, este ambiente pausado, lánguido, que hoy tenemos… porque ya digo… en verano o los fines de semana mejor dejarle el sitio a los foráneos que también tienen derecho a disfrutarla… que plaza¡¡ la de historias, eventos y personajes que ha conocido… Mientras pienso en la belleza que tiene mi plaza, miro el reloj porque Manolo suele llegar a nuestras citas siempre antes que yo, y me extraña que no haya aparecido aún… el camarero, que nos conoce, ya me ha dicho un par de veces con guasa que si se me ha perdido el niño hoy…. allí lo veo venir, por la esquina de la casa de los Chacartegui… aunque la casa ya no es de esta familia… como casi ninguna de las de toda la vida…la mayoría han vendido, o tienen alquilados los bajos para bares, a cual mejor… todos los bares de la plaza del cabildo se afanan en dar lo mejor de Sanlúcar sobe todo a los que vienen de fuera… y han conseguido hacer famosa la plaza Cabildo casi tanto como Bajo de Guía, buque insinia de la gastronomía sanluqueña, junto con el prestigioso Restaurante el Veranillo y el Gastro Bar Doña Calma, regentado por los Hermanos Hidalgo Prats que son punteros en el buen hacer de la cocina típicamente sanluqueña… aquí en la Plaza Cabildo se lleva la palma Casa Balbino, que en Sanlucar es Barbino, con erre, donde Manolo y yo, de jóvenes nos tomamos nuestros primeros cubatas… dos ginebras con Coca Cola doble, doce pesetas… y vámonos que nos vamos… el padre de los Barbinos tenía allí un almacén, de aquellos de hace cincuenta años… en los que se vendía de todo, incluso café molido recién tostado… en el local el almacén era lo mas grande, pero justo al lado tenía otro local de poca fachada pero de interior largo con un mostrador de aquellos antiguos, donde despachaba sobre todo vino, en vaso, que es como siempre se ha bebido la manzanilla en Sanlucar… el catavino es una pijotada de los jerezanos… con un platito de altramuces, que aquí se llaman chochitos… y se jugaba a las cartas… al rentoy, que es un juego de aquí de Sanlúcar con muchos adeptos, aunque cada vez menos, porque la juventud actual es mas de póker digital, una desgracia, porque hay dinero de por medio… en el rentoy hay habilidad, mala leche, engaño… y se montaban unas tanganas juagando, enviando, faroleando, es muy entretenido…  se juega a parejas… y allí en aquel cuchitril jugábamos a la conviá… la pareja que perdía le pagaba los cubatas a los que ganaban… Manolo y yo nos compenetrábamos bien… pero igual se perdía que se ganaba… cosas de las cartas y del que mejor se la apañaba para colocárselas al repartirla…que hay mucho vivo suelto por aquí… y hablando de vivos… ya tengo al Manolo sentado frente a mí llamando al camarero para pedirle una cervecita, de entrada, que hace un día estupendo, incluso calor, para ser doce de noviembre…  

A Manolo se le cambia la cara cuando le da el primer buche a la cerveza… ese momento es un éxtasis… un orgasmo cervecil… como entra por la garganta ese frescor, ese burbujeo, esa sensación de picoteo que te estremece… es inigualable… sobe todo con sed, con calor… ya recuperado del sublime momento Manolo me dice lo mismo que yo he sentido cuando me senté cuando llegué… qué bien se está aquí en esta Plaza y que bonita es mi Plaza Cabildo… si que lo es, le digo… el camarero que pasa por la mesa de al lado le canta a Manolo… quiere usted una tapita de huevas… le faltó tiempo a Manolo en decir si con los labios, con la cabeza y con las manos a la vez… como te cuida el Chano, le digo a Manolo… el muy orgulloso me dice… es que son muchos años que lo conozco… es más, conocí a su padre, que es el verdadero Chano, de hecho, cuando el padre vivía, éste era, el hijo del Chano… su padre era un supersticioso de cuidado, me recuerda, me dice Manolo, a un personaje de uno de los relatos que acabo de leer, regalo de la Marisa, que sabe que me gustan los relatos… vio en el escaparate de la librería Atlántida uno titulado El loco de la calle y me lo compró… está muy bien, porque son relatos intensos, alguno impactante, llegan, se leen con avidez… este que te digo del supersticioso se titula Un tipo de los mas supersticioso… y ya te digo, calcado al Chano padre…que la gente decía también que era gafe… como Bartolomé Arenilla, el protagonista del relato… Y de qué va el relato, le pregunto a Manolo, que ya ha empezado a comer la hueva aliña que le ha traído el hijo del Chano… no te lo voy a contar porque quiero que lo leas, y lo disfrutes, como yo le he disfrutado… me parece bien, le digo… lo único que te puedo decir, me dice, es que como el Bartolomé Arenilla éste, hay mucha gente, presa de sus miedos, fobias, y supersticiones…

Ya había dado Manolo cuenta de la tapa de huevas. Me preguntó si pedía ya una copita de Manzanilla… claro que sí, le dije, llamó al Chano que de lejos entendió que significaba la señal de victoria que le hacía Manolo… llegó pronto el Chano con las dos copitas… y no sé porqué me acordé de un hermano del Chano que hacia tiempo que no lo veía, y le pregunté a Manolo por él… pues se mató, me dice Manolo, de mal de amores… males calcados a los que relata magistralmente Gregorio Verdugo, en el relato que titula Dos Cartas… entre otras frases para enmarcar elijo esta: puestos a tener que morir, decidió ser él quien escogiera el momento… lo que me gustaría hacer a mí, le digo a Manolo, cuando me llegue el momento de la chochez, deje de ser yo mismo, no me pueda valer y me convierta en una carga para los míos… pero ese es otro tema… me corta Manolo… ya, pero es un tema que debemos de afrontar sin miedos, con valentía, porque la vejez deshumanizada, con perdida de memoria, se convierte en un martirio para los tuyos… una tortura para ti… y por eso lo mejor… elegir tu el momento cuando puedes hacerlo… déjalo ya… me suelta Manolo, con el día tan bueno que hace… vamos a disfrutar del momento, levanta la copa y me hace brindar con él… salud!!... que sea lo que Dios quiera… asiento, porque Manolo es mucho Manolo y le levanta el ánimo a las piedras…

Que me gusta la Plaza Cabildo, me dice de nuevo Manolo… fíjate la casa de allí enfrente ,le digo a Manolo,  la que tiene la facha pintada de ocre, suave a la vista… allí vivía Manolín, que rompió en gay, aunque la gente decía que vivió toda su vida con su hermana la soltera, y que más que gay era sarasa, no se le conoció nunca pareja alguna… y salta Manolo… coño! como el Capullito de sensiblería otro de los relatos que he leído… va de eso pero con aliciente… ya lo sé, le digo a Manolo lo tendré que leer para saber… bueno, me interrumpe Manolo, solo te adelanto una frase que me encantó de este relato… el tiempo le enseñó que el amor se esconde tras cualquier resquicio… después de rumiar la frase que me dice Manolo, le digo que me encanta… Manolo me dice que escribe de lujo el Verdugo este… hay más…

En esta plaza, me dice Manolo, ha vivido y vive, una fauna digna de conocer… en esta casa que tenemos a nuestra espalda,  me contó mi madre, que ella lo conoció, vivió un escritor raro de cojones… si que he odio hablar de él, le digo a Manolo… tenía fama de guarro entre las mujeres… ese! afirma Manolo… la gente decía de él que siempre tenía las cortinas echadas para mirar a las mujeres y masturbarse detrás de ellas… bueno ya sabes tú como la gente se fastidia al no poder enterarse de los que cada persona hace o deja de hacer… pues también hay un relato que se titula La música a todo volumen que va de un escritor, solitario, odiado por el vecindario, porque no se deja conocer… en fin… que lo tendrás que leer para saber más… me río, porque Manolo, sufre más que yo por no contarme de qué van los relatos… pero también se regodea de decirme una y otra vez que lo tengo que leer, porque sabe lo que me gustan los buenos relatos, como a él… así es la única manera de despertarme las ganas de leerlo… Mira quien viene por allí… quién?, le inquiero a Manolo… Antonia… la del traje fucsia… vecina de la plaza… y según mi madre, la tía mas envidiosa del pueblo… tiene fama de santa, porque va a Misa a todos los días al convento de las Dominicas… y da limosnas a todos los que piden por la plaza… pero la envidia enmohece hasta a los santos… como dice Gregorio en el relato que te acabo de mencionar…  También, continua Manolo, en este relato se escribe en un tono machista redomado que el autor pone en boca del escritor mencionado… se despacha bien de putas y de zorras… que también las ha habido en esta plaza, como en todas, aunque, aquí hay mas putos que putas… y se hecha a reír el Manolo… y yo con él… Chano!! trae dos más, esta vez con papas aliñas… suelta el Manolo…

En esta plaza, me dice Manolo, aquella casa tiene la misma fachada que del palacio de los Duques de Montpensier, porque el Duque se la construyó a su mantenida… dicen que era una monería de mujer… como la protagonista del relato titulado Cuello de cisne herido… que evoca en su lectura a una mujer ideal, la que cada uno en nuestros sueños eróticos nos imaginamos, perfecta en todo… esa mujer, me dice Manolo, como aquella que viene por allí, la dueña de la librería Atlántida, Lucia, que si es un portento en lo físico más lo es en el trato…  le digo a Manolo que nos ha visto y que se acerca a nosotros a saludarnos… nos levantamos… nos pone el codo que estamos en la era Covid… le preguntamos cortésmente que adonde va tan guapa, y nos dice que va a la Biblioteca Municipal, que tiene sede en la Plaza Cabildo en el edificio que antes era el Ayuntamiento o Cabildo de Sanlúcar, de ahí el nombre de la Plaza, que hay un acto conmemorativo del Día de las Librerías… Lucia le pregunta a Manolo que si le ha gustado el libro de relatos que le compró su mujer… le dice que ella lo ha leído y que le gustó mucho todo él, memos una frase que tiene en el último relato del libro que dice: un libro no hace amigos, todo lo contrario, ayuda a defenestrar las pocas amistades sobre las que uno se sostiene en la vida… y la prueba palpable que no es así, nos dice Lucia, es vuestra amistad… asentimos los dos… embobados con ella, porque es muy guapa…apura porque tiene prisa… se despide… nuevo codazo… nos quedamos un rato de pie contemplándola marchar… nos sentamos… nos miramos… sonreímos… que gran mujer!!...

Me pregunta Manolo que si yo sabía que se celebra el Día de la Librerías… y le digo que hay días para todo… se celebra todo… y le digo que sí, que sabía que hoy 13 de Noviembre se celebraba el día de las Librerías porque lo he visto en el Facebook de la Librería Yerma de Sevilla que la sigo… ah! me dice Manolo, pues tengo curiosidad por saber que día se celebra mañana… se lo voy a preguntar al oráculo Google… ahí se queda Manolo dando al teclado del móvil… mientras yo pienso en lo que nos ha cambiado la vida el llevar en la mano un teléfono, un ordenador, un equipo de música, una televisión… pues vaya tela! exclama Manolo, mañana se celebra el Día Mundial de la Frenología… que no es una ciencia, mas bien una pseudociencia, que trata de la determinación del carácter y de los rasgos de la personalidad basándose en la forma del cráneo… le digo a Manolo que eso no tiene ninguna base científica, aunque se le dio en su día mucha credibilidad y habrá hasta quien se la siga dando… pues cómo te quedas, me dice Manolo, si te digo pero no te cuento que en el relato El maestro Rupertti el protagonista tenía dedos de frenólogo… El perfil es el espejo del alma, dice Rupertti…lo demás lo tendrás que descubrir tú…

Manolo se queda un rato con la vista perdida… yo sorbo manzanilla… que me trae aromas amargos al paladar… pero placenteros… veo que Manolo se gira para fijarse bien en algo… y me dice… ves aquellos dos que están allí sentados en La Gitana… le sigo la mirada y sí, veo sentados a Matías y a Alberto, maestros jubilados de aquí de Sanlúcar… me dice Manolo, con cara de asombro, te quieres creer, que el el relato Retiro de fantasmas, tiene a dos protagonistas que se llaman Matías y Alberto… hay que ver que casualidad, le digo… está claro, Manolo,  que me tiene que dar ya norte de todos los relatos… pues sí, me dice Manolo… se queda pensativo… y me comenta la amistad tan bonita que tenemos… le digo que no se me vaya a poner sentimental… pero es verdad que lo nuestro no es muy corriente… porque la mayoría de las amistades de hoy en día son por conveniencia, por aficiones, por gustos… pero no son como la que nos cuentan en ese relato que tienes que leer, me dice… se aprende mucho… fíjate como termina el relato… A fin de cuentas, de poco serviría la literatura a no ser por su desmesurado poder para cambiar la realidad porque, en definitiva, nasa existe si no ha sido nombrado, que es como decir contado… bravo, Gregorio¡¡

Mira, me dice Manolo, ahí tienes a otro incondicional de la Plaza Cabildo… éste está definido tal cual en El fingidor… lo menos cuatro generaciones nos hemos emborrachado con él, y ahí sigue de aquí para allá con su andador, con su buenos modales… es un mito… El Cabeza… El equilibro se ha convertido en su reto diario… pero el relato no va del Cabeza, me dice Manolo… pero me lo ha recordado… de alguna manera lo define… lo tendrás que leer… y se ríe…pues mira, le digo, por seguir hablando de El Cabeza… mi hermano Jesús, que ronda ya los setenta y pico años, fue de la pandilla del Cabeza, luego esa es la edad que tiene el cabeza arriba o abajo… setenta y pico… y luego estuvo en la pandilla de mi hermano Juan, que tiene sesenta y siete años… y luego en mi pandilla y en la tuya que tenemos sesenta y dos… en Barbino tiene un azulejo dedicado a él… los años que lleva entrando allí y colocándose en el mismo rincón… es incombustible me dice Manolo… es buena persona, le digo… fíjate que el otro día estuvo con mi hijo en una celebración de algo, y me mando recuerdos… me dice mi hijo que el se vino a las cinco y allí se quedó el Cabeza… sin duda nos enterrará a todos… sentencia Manolo.

Mira, aquella que viene por allí, la Juana, también la calca Gregorio en el relato La desnudez de la honra… la desconfianza personificada… no se fía ni de su sombra… me revientan, me dice Manolo, esas personas que van por la vida sin fiarse de nadie, creen, ahogadas por sus complejos,  que todo el mundo la quieren engañar… y si encima son soberbias como la Juana, se une el hambre con las ganas de comer… le digo a Manolo que la copa de manzanilla está vacía hace un rato… busca con la mirada al Chano… al momento las copas llenas, y esta vez acompañadas de papas aliña con melva canutera… que manjar… le digo a Manolo que por qué la llama canutera… por su forma de canuto, me dice… y añade… la melva canutera es una melva que no llega a pesar más de 600 gr.  por eso sus filetes salen en forma de canutos… la melva convencional puede llegar a pesar 1,5 Kg y sus filetes son de mayor tamaño… eres un libro abierto le digo a Manolo… que va me dice… lo mire el otro día en Google que es el libro gordo de Petete del siglo XXI…

Le pregunto a Manolo si le queda algún relato por citar… nueve, me dice…  vamos a un  ritmo de tres copas de manzanilla por relato… luego nos quedas tres copas de manzanilla… pues no vamos a ir de aquí calentitos, le digo a Manolo… y qué más da… un día es un día y lo malo es un diario… pues cuéntame algo de los tres que van unidos a esta copa de manzanilla que nos acaban de traer… espera que cate la melva y te cuento… me dice Manolo… sorbe manzanilla en su justa  medida para saborearla bien y me suelta… en La conciencia del héroe no es el protagonista, pero interviene en la trama un camarero inteligente, como el Chano… en Quemando velas… el ánimo no me acompañaba y la realidad me desbordaba… lo demás lo tendrás que descubrir tú… así lo haré le digo a Manolo… que pinta bien… y el tercer lance de esta copa… el que da titulo al libro El loco de la calle… es un cuento magistral… una soberbia narración dedicada al maestro de los maestros de contar relatos… Jose Luis Borges… así que tienes tres alicientes más, me dice Manolo, para comprarte el libro y saborearlo como yo saboreo esta copa de manzanilla que voy a vaciar… El loco de la calle, le digo a Manolo, es también una canción de un cantautor al que adoro, Manolo García, cuando era del grupo El último de la fila… esa canción El loco de la calle, tiene un estribillo precioso que dice… Paso al loco de la calle, paso al ansía de vivir…

Vamos a por otros tres… me dice Manolo… adopto posición de escucha… pero nos interrumpe el Chano con dos nuevas copas de manzanilla… todavía hay papas para empapar, le digo al Chano que nos pregunta si queremos algo más… en la siguiente para rematar, le digo… y me dice Manolo… las abuelas aunque sean una estantigua, siempre despiertan ternura… así lo hace Gregorio en La yaya… y que ternura despierta esos hombres buenos del titulado Pájaros negros… y que inquietante Arturo, el fabulador que vive en la mentira…  o sea, le resumo a Manolo, tenemos otros tres estupendos relatos… a saber… uno de abuelas, otro de hombres buenos y otro de un mentiroso… bueno, mas o menos, me dice Manolo… ten en cuenta que te los estoy nombrando al azar… que trece de ellos están narrados en la Plaza Cervantes, que es como decir la Plaza Cabildo… son Plazas que hacen cultura… que son la cultura del pueblo en sus personajes…

Y para terminar, que son las dos y media y mi mujer me va a matar… vamos  a pedir la cuenta le digo a Manolo y me lo cuentas paseando… llamamos al Chano… al que previamente le hemos dibujado en el aire cálido de la plaza cabido una cuenta… pagamos religiosamente  a medias… nos despedimos hasta mañana… y caminamos entre palomas que pueblan el suelo de la Plaza Cabildo… si no me equivoco, le digo a Manolo, me tienen que hablar de tres últimos relatos, que no son los tres últimos del libro… sino los tres que te faltan a  ti por recordar ¿no?...así es, me confirma Manolo… está el de El roquero antológico… que bien pueden ser recuerdos de la adolescencia de cualquiera de nosotros… bueno de la mía no… apuntilla Manolo, porque yo no me inicié en la mística de los estupefacientes… ni yo, le digo a Manolo… los dos hemos sido mojigatos… alguna calada a algún porrito y poco más… se ríe Manolo… como tiene que ser… de este relato, me dice Manolo, recuerdo que me quede con el final del mismo, porque no sé si asumo esa frase o no… como usted bien sabe, los recuerdos unen, mientras que el vivir distancia… hay que darle vuelas le digo a Manolo, pero yo con la manzanilla que nos hemos tomado estoy ahora algo espeso… lo dejo para cuando lo lea… si, mejor, me dice Manolo… que continua hablando… Está el de La Seño… que me emocionó con frases como: se comían los mocos juntoscondenado a navegar sin dificultad por los tedios del amoracosarla con martingalas de enamoradoinmersos en un viaje vertiginoso hacia la dicha infinitael amor se le cortó como la leche caduca… para mí, me dice Manolo, siendo todos excelentes, este es uno de los mejores, sin duda… creo, le respondo a Manolo, que esto de los relatos es como la vida misma… a cada cual le llega como le llega… y lo vive y lo siente de aquella manera… y por último, me queda… me dice Manolo acelerando el paso porque se está meando y todavía le queda un  buen trecho para llegar a su casa… tenia que haber meado en el bar… siempre me pasa igual… me rio de la situación… y me dice Manolo, no te rías cabrón… y le digo si me rio porque yo estoy igual que tú… que como me pare meo… vaya dos vejestorios, dice Manolo… bueno suelta ya el que queda que en esta calle nos separamos ya… pues queda me dice Manolo, el resumen magistral de lo que tu y yo vivimos en los últimos años de la dictadura… El pájaro del olvido… y no te cuento mas para que te lo leas esta tarde de un tirón que merece la pena… y me dice adiós sin pararse… y yo le contesto igual… adiós… sin pararme… porque estamos los dos en pleno dialogo con nuestras respectivas próstatas para que sean buenas y nos den vidilla hasta que lleguemos a casa…  

La Plaza del Cabildo, donde Manolo y yo hemos estado esta mañana departiendo lo acabas de leer… que bien podía haber sido la plaza Cervantes…




 

Mauricio Ruiz Berlanga

               

 

La portada del libro: https://www.edicionesenhuida.es/wp-content/uploads/2018/09/LOCO-portada.jpg

La foto de la plaza: https://www.juntadeandalucia.es/cultura/agendaculturaldeandalucia/evento/plaza-del-cabildo-en-sanlucar-de-barrameda


domingo, 8 de noviembre de 2020

 


Miguel Delibes. El Camino. Ediciones Destino. Barcelona 1983. 4ª Edición.

 

Había quedado con Manolo para nuestro paseo diario en la esquina de la calle La Bolsa. Cuando llegué ya estaba allí Manolo esperándome. Con la mascarilla puesta, parecía un cirujano de poca monta, de los que uno nunca se pondría en sus manos ni para que me quiten la verruga más insignificante… se lo dije, y se reía francamente, como es Manolo, franco, de los que los ves venir…

Ya estábamos caminando cuando se nos acercó un chaval de unos once años, moreno, ojos negros, espabilado, que saludo a Manolo con mucho entusiasmo y cariño, lo conocía, me comentó Manolo de la catequesis… me recuerda, me dice Manolo, al protagonista de la Novela El Camino de Delibes que había leído recientemente, azuzado por aquello de que este año celebrábamos el centenario del nacimiento de don Miguel Delibes, y qué mejor forma de celebrarlo que leyendo alguna de sus novelas… Pues no he leído esa novela de Delibes, le digo a Manolo, con lo cual le doy pie a que me cuente, sin contarme, los entresijos de la novela, sin decirme de qué va… animándome a leerla como siempre hace Manolo, cuando lee algo que le gusta y encuentra a alguien, como yo, que no lo ha leído… Tienes que leerla! es lo primero que me dice… es, el mundo visto desde los ojos de un niño de once años… es, una delicia de novela, es un desparrame de palabras que hilvanan una historia que es preciosa, humana… me emocioné en muchas de sus paginas me dice Manolo, y para Manolo, una novela que le emociona o le hace reír, es una grandísima novela, así esté catalogada como la mejor o la peor novela del mundo…

De entrada, me dice Manolo, Delibes se mete en la cabeza de un niño de once años, teniendo él treinta, con una delicadeza, con una sabiduría… digna de admiración… es su tercera novela, es su tercera obra maestra, publicada en 1950… El protagonista de la novela se llama Daniel, conocido como el Mochuelo… Él creía saber cuanto puede saber un hombre… (Pág. 7) Es un niño que se esta haciendo hombre y se cree ya hombre… nos trasporta a nuestra infancia… a nuestro descubrimiento de que la vida, no es sueño… La vida era así de rara, absurda y caprichosa… (Pág. 8) … El Mochuelo descubre que los mayores tenían, a veces, caprichos mas tozudos y absurdos que los de los niños… (Pág. 12) como el capricho de su padre de enviarlo a estudiar fuera del pueblo, para que él lograra ser lo que su padre no logró … el sueño de todos los padres y madres del mundo… lo cual en muchos casos interfiere con la voluntad de los hijos e hijas… surge el conflicto… el padre del Mochuelo era quesero, y decía categóricamente: No pasará la vida amarrado a este banco como esclavo. Bueno, como esclavo y como yo… (Pág. 13) Romper con lo que uno no quiere ser, proyectando en otro, en otra, lo que le hubiera gustado ser… ese otro, otra… el Mochuelo en nuestra novela aún no sabía que los hombres se enfuercen a veces con la vida y contra un orden de cosas que consideran irritante y desigual… (Pág. 13) nos recuerda la admiración por nuestros padres, nuestros superhéroes, a la vez, que vamos descubriendo que no lo son tanto, que no lo son nada, que son seres imperfectos de carne y  hueso…

La critica a lo injusto planea en toda la novela. En cuanto si el chico vale o no vale para estudiar depende de si tiene cuartos o si no lo tiene. Tú me comprendes. (Pág.14) Si en la familia hay posibles, el niño, la niña, estudia lo que quiera… si no aprueba en la pública, me la llevo a la privada de allí que… pagando, ya se sabe… ¿cuántos licenciados hay, que han tardado el doble de años en sacar sus licenciaturas, ahora grados… a costa del bolsillo de papa o mama? No estudia el que quiere (la mayoría sin saberlo) sino el que puede… Lo importante no son las piedras sino los que las usan para construir… Las calles, la plaza y los edificios no hacían un pueblo, ni tan siquiera le daban fisonomía. A un pueblo lo hacían sus hombres y su historia. (Pág. 33) Qué importante es conocer nuestra historia, me dice Manolo, para no volver a equivocarnos… qué importante enseñar a nuestros hijos e hijos amar la historia, para aprender lo bueno de ella… Me cuenta Manolo el episodio del alcalde, Don Ramón, en el que Delibes describe con mucha ironía nuestra idiosincrasia como pueblo, también hoy,  ante la cosa pública… ¿Qué preferían no asfaltar la plaza antes de que les aumentasen los impuestos? Bien. Por eso la sangre no iba a llegar al río. «La cosa pública es un desastre», voceaba, a la menor oportunidad, don Ramón. «Cada uno mira demasiado lo propio y olvida que hay cosas que son de todos y que hay que cuidar», añadía. Y no había quien le metiera en la cabeza que ese egoísmo era flor o espina, o vicio o virtud de toda una raza. (Pág. 34) Me mira Manolo, se para, me para, y me suelta ¿a quién le gusta pagar impuestos para la cosa pública, para lo que es de todos? Sin embargo es un deber ciudadano que nos hace fuerte, que nos dignifica como pueblo… el fraude fiscal, es un fraude a la comunidad y a una, uno mismo… es un delito contra la comunidad y contra ti mismo, misma… Ya lo sé, le digo a Manolo… Sí, pero es importante recordarlo… dice Manolo, sigue habiendo mucho fraude, mucho ladrón,… yo el primero, me dice, cuando no pago el IVA del fontanero… Bueno, le digo, eso es poco… sí, pero esos tantos pocos hacen un mucho… y reanuda la marcha…  escudriña en su cabeza el Manolo… y rompe el silencio… delicioso Delibes cuando describe en la novela a Gerardo, el Indiano… Los ricos siempre se encariñan, cuando son ricos, por el lugar donde antes han sido pobres. Parece ser está la mejor manera de demostrar su cambio de posición y fortuna y el más viable procedimiento para sentirse felices al ver que otros que eran pobres como ellos siguen siendo pobres a pesar del tiempo. (Pág. 83)… y me recita también este otro deleite… Tenía solo a la Mica -la llamaban Mica, tan sólo, aunque se llamaba como su abuela, pero, según decía el ama de don Antonio, el marqués, los ricos, en las ciudades, no podían perder el tiempo en llamar a las personas por sus nombres enteros-…(Pág. 84) socarrón Delibes… Así opinaba de la justicia, me dice Manolo, en la novela: Era la caprichosa, ilógica y desigual justicia de los hombres… (Pág. 144) tal cual es en realidad… le digo yo a Manolo…

Delicioso manejo de Delibes de la lengua castellana a lo largo de toda la novela… como cuando dice… Tenía el pelo rojo e híspido… (Pág. 16) la Sara tenía el pelo áspero, duro y tieso… la estoy viendo me dice Manolo… Si Paco y su hijo hubieran sido unos fifiriches… (Pág. 23) o sea, unos raquíticos, flacos y enclenques… como muchos que tú y yo conocemos, me dice Manolo… orinaban, hasta anegarlas, en las huras del campo… (Pág. 27) orinaban, me aclara Manolo, en algún agujero pequeño o en alguna madriguera de algún animal… o cuando dice… el lamento chirriante e iterativo de una carreta de bueyes avanzando a trompicones por una cambera… (Pág. 31)… ya hoy no hay carretas como entonces, o muy pocas… se me viene la imagen, me dice Manolo, de las carretas con los simpecados camino del Rocio… como se lamentan repetidamente mientras caminan por las hondas rayas del coto… o cuando en plena varga ya, empezaba el pueblo propiamente dicho… (Pág. 31) ¿dónde empezaba el pueblo? me pregunta Manolo… me pillas fuera de juego, le digo… pues empieza en la parte más pendiente de la cuesta, o sea en la varga…  Manolo me recuerda que el padre del Mochuelo era quesero, y un quesero… realiza su faena en el entremijo… (Pág. 35) ¿a qué te suena entremijo?... pues le digo a Manolo que a comida de pájaros, por lo de mijo… y se ríe… que va!, entremijo es la mesa donde trabajan los queseros … Vaya!, cuanto aprendo contigo Manolo… y suelto una sonora carcajada irónica… que Manolo comparte… seguimos el paseo… breve silencio que rompe Manolo… dice el Mochuelo en la novela que su madre hedía a boruga… esa la sé, le digo a Manolo sin dejarle continuar… boruga es una bebida que se usa en cuba y en la Republica Dominicana a base de requesón que, después de coagulada la leche, sin separar el suero, se bate con azúcar y se toma como refresco… si señor, me dice Manolo, que mira a la vez a una señora que se nos cruza con rasgos cubanos y dominicanos… muy guapa ella… Y… me dice Manolo… si te digo que esa mujer es abstrusa, (Pág. 52) ¿tú qué entiendes?... pues que es una mujer de difícil comprensión… bien, me dice Manolo, ya veo que te manejas… y si te digo que estoy enteco (Pág. 58) ¿qué?... pues que estoy enfermo,  le digo… muy bien, dice Manolo… seguimos caminando… y para hacer mas llevadero el paseo de dos horas que realizamos casi todos los días le pido a Manolo que me siga preguntando… y me dice, sabes qué es un ráspano(Pág. 63) sí, un arándano, le digo… bien, y las majuelas ¿qué son?... (Pág. 63) el fruto del majuelo, le digo, que son los espinos esos que hay por allí por la reyerta, que es rojo, dulce y de un solo huesecillo redondeado… sí, sí… me dice Manolo, que pensativo al cabo de un rato me suelta… y el jaramugo, (Pág. 63) ¿sabes qué es?... medito un rato, pero no lo sé… ¿te das por vencido? me dice Manolo, que se divierte como el Mochuelo en la novela… sí, le digo… pues la cría de cualquier pez… ah!... caminamos… pensativos… y suelta de nuevo Manolo… ¿qué son las almadreñas? (Pág. 93) … ni idea, replico… pues unos zapatos de madera… ¿y una gollería? (Pág. 98)… una exquisitez, le digo… bien… ¿y una encella?... pillado, le digo… son unos moldes para hacer quesos y requesones… ah! … rico el castellano… le digo a Manolo…

Miro a Manolo inquisitivo, lo que él interpreta como que me esta encantando la conversación y le pido más información de la novela,  y me dice: maravillosos refranes reflejos de la sabiduría popular… Cuando a las gentes le faltan músculos en los brazos, les sobran en la lengua… (Pág. 24) Apodos de pueblo, apodos que definen… Surgían como los grillos cuando el Moñigo… (Pág. 27) qué no ves la cara de el Moñigo, me dice Manolo… se queda pensativo… y me dice: En ningún cuerpo falta un lunar… (Pág. 34) qué te sugiere, me pregunta Manolo… no sé, le digo, pero lo que se me viene es que siempre hay alguno dispuesto a estropear la fiesta… siempre está ahí el malo de la película… Certero Delibes cuando sentencia: El ahorro, cuando se hace a costa de una necesidad insatisfecha, ocasiona en los hombres acritud y encono… (Pág. 37) o no?... sí, le respondo… siempre mejor satisfacer una necesidad que ahorrar a costa de ella, sentencia Manolo… Irónica, me dice riéndose, Manolo, esta otra sentencia: Dios es sabio y justo en sus decisiones; se ha llevado a lo más inútil de la familia. Démosle gracias… (Pág. 45) Hace algo de calor y me dice Manolo que si nos sentamos en el parque de los álamos… asiento, y sentados ya en un banco. Manolo al cabo me dice: Vivió conmigo mientras duró el dinero. Se acabó el dinero, se acabó Dimas (Pág. 74)… realmente Delibes encandila… tienen una prosa tan particular, tan sosegada… irónica, en este caso… ¿alguna más? le digo a Manolo… y me responde: Sabía también que la asiduidad y la constancia terminan por mellar el hierro. (Pág. 190)… que verdad mas grande Manolo… como esta otra, me responde Manolo: Los hombres se hacen; las montañas están hechas ya. (Pág. 201)

Delibes rezuma amor por la Naturaleza… Muchas tardes, ante la inmovilidad y el silencio de la Naturaleza, perdían el sentido del tiempo y la noche se le echaba encima… (Pág. 28) me encanta, me dice Manolo, perder el sentido del tiempo cuando me dejo llevar por la contemplación de una noche de estrellas… o del murmullo de las orlas de la mar…

Religioso, Delibes era creyente, cristiano… me dice Manolo… habla en esta novela mucho de Don José, que es un santo… el cura del pueblo… Dios está en él… (Pág. 75)… y dice: No creas que los santos huelen a colonia. Para Dios, sí, pero para los que olemos con las narices, no. Mira don José. Creo que no puede haber hombre mas santo, ¿eh? ¿Y no le apesta la boca? Don José será todo lo santo que quieras, pero cuando se muera olerá mal, como la Mica, como tú, como yo y como todo el mundo. (Pág. 132) … que bien escribe este hombre Manolo, le digo… tengo que leer la novela ya… se lee en una tarde, me dice Manolo… es una delicia… Mas adelante, recuerda Manolo otra cita de don José, buenísima: El señor cura afirmó que, «en realidad, el día del Juicio Final habría muy poca gente del pueblo a la derecha de Nuestro Señor, si las actuales costumbres no se enmendaban radicalmente» (Pág. 165)  … sonrío… y así toda la novela, me dice Manolo, emocionado o riéndote… Fíjate, me dice Manolo, cómo define la felicidad: «Algunos -dijo- por ambición, pierden la parte de felicidad que Dios les tenía asignada en un camino más sencillo. La felicidad -concluyó- no está, en realidad, en lo más alto, en lo mas grande, en lo más apetitoso, en lo más excelso; está en acomodar nuestros pasos al camino que el Señor nos ha señalado en la Tierra. Aunque sea humilde.» (Pág. 181-182) sabio Delibes… digo… En otro momento de la novela… ante la muerte… dice Delibes: Tu hermano acaba de morir-dijo. Y a Tomás se le saltaron las lagrimas y juró entre dientes como si se revelara contra Dios por su impotencia.  (Pág. 200)… Pancho, el Sindiós, dijo de aquella fuerza que era el Destino, pero la Guindilla dijo que era la voluntad del Señor. (Pág. 200) Dos posturas, dos formas de ver el mundo… filosófico Delibes… y caminamos pensativos… dice Manolo… es que la muerte se empeñó en llevárselo y contra ella, si se ponía terca, no se conocía remedio. (Pág. 202) y un poquito mas adelante cita Manolo: La muerte era lacónica, misteriosa y terrible. (Pág. 204) … así es, sentencio yo…

También hay momentos duros, desgarradores… como cuando La Josefa, toda desnuda, estaba subida al pretil, de cara al río, y miraba la fiera corriente con ojos desencajados… (Pág. 107) se mató por un amor no correspondido… lo que le recordó a Manolo una historia que el vivió en la urgencia de un Hospital cuando de repente apareció allí una mujer que al quitarse el abrigo que llevaba se quedó allí desnuda… paseándose con descaro… y era al parecer la mujer de un médico de allí del hospital que la había dejado… en fin…  historias tristes dice Manolo que rompen el corazón de los sensibles… el mío le digo a Manolo… y el mío, me responde Manolo… menuda pareja de sensibleros… Y también hay momentos de profunda reflexión… Él no tenía aún autonomía ni capacidad de decisión. El poder de decisión le llega al hombre cuando ya no le hace falta para nada; cuando ni un solo día puede dejar de guiar un carro o picar piedra si no quiere quedarse sin comer. ¿Para qué valía, entonces, la capacidad de decisión de un hombre, si puede saberse? La vida era el peor tirano conocido. Cuando la vida le agarra a uno, sobra todo poder de decisión. En cambio, él todavía estaba en condiciones de decidir, ero como solamente tenía once años, era su padre quien decidía por él. ¿Por qué, Señor, por qué el mundo se organizaba tan rematadamente mal? (Pág. 219)

Cuando ya casi estamos acabando el paseo, me comenta Manolo el arte que tiene Delibes en esta novela poniendo apodos… y recita de memoria: También las apodaban las Cacas, porque se llamaban Catalina, Carmen, Camila, Caridad y Casilda y el padre había sido tartamudo… (Pág. 76) otras personajes de la novela son apodadas, la Guindilla mayor y la Guindilla menor… o Catalina, la Lepórida… (Pág. 76)… Llegaron después la Basi, la criada del boticario; Ñuca, la del Chano; María, la Chata, que también tenía el vientre seco; Sara, la Moñiga, las otras cuatro Lepóridas; Juana, el ama de don Antonio, el marqués; Rufina, la de Pancho, que desde que se casó tampoco creía en Dios ni en los santos… (Pág. 77)… Pepe, el Cabezón… (Pág. 87)… Germán, el Tiñoso…(Pág. 88) Quino, el Manco… Pancho, el Sindiós… (Pág. 103) …

Terminamos el paseo. Manolo se calla. Le agradezco todo lo que me ha contado de la novela de Delibes y le digo que muero por leerla… Delibes engancha… me dice Manolo… escribe muy bien… te enamora su forma de contar las cosas, con esa sencillez… tan profunda… callamos un momento… y me estoy despidiendo de Manolo cuando me dice… me despido de ti como se despide Delibes en la novela… Y cuando empezó a vestirse le invadió una sensación muy vívida y clara de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado. Y lloró, al fin. …

Bravo, Delibes…!!

 

Mauricio Ruiz Berlanga.

 

 

 

 

La imagen de la portada del libro: https://www.iberlibro.com/CAMINO-Col-Destinolibro-100-MIGUEL-DELIBES/5000125472/bd

Para conocer mejor a Miguel Delibes: https://www.fundacionmigueldelibes.es/