martes, 24 de noviembre de 2020

 



 

Alejandro Pérez Lugín. La Casa de la Troya. Estudiantina.  Librería “Galí”. Santiago de Compostela (La Coruña). 1968 Septuagésima cuarta Edición.

Ya le dije yo a Manolo cuando comenzamos aquella mañana nuestro habitual paseo que nos iba a llover… y así fue… llovía chirimiri al principio, pero después, a mares y a cantaros… lo que nos obligó a recluirnos en la librería de nuestro amigo Pablo… una librería preciosa, de viejo y de nuevo, de compra, venta y alquiler de libros, que aguanta como puede los vaivenes de la situación actual… vender libros hoy en día, con lo poco que se lee, con las tabletas electrónicas para leer, con los amazones, con las casas de los libros, con los todos tus libros, con los fenacs, tiene mucho mérito… Manolo me dice que  Pablo es uno de esos libreros vocacionales al que le da igual ganar dinero, que lo que le gusta es cuidar, mimar y promocionar la compra del libro para que se lean… realmente el mundo sería muy distinto si todos leyéramos más… y cómo llovía aquel día… Manolo, nada más entrar en la librería se fue hacia las mesas donde están los libros viejos, ya usados, de segunda, tercera o cuarta mano, vete tú a saber…que suelen estar a un euro el ejemplar… ya ves tú, me dice Manolo, esta joya a un euro… pero esa es la realidad… el libro, excepto en contadas ocasiones, con el paso del tiempo no tiene apenas valor… pero también, me dice Manolo, que en realidad un libro no tiene precio, porque al conocimiento,  a la imaginación, al libre pensamiento, no se le puede poner precio… seguía lloviendo a chuzos, Manolo me invitó a sentarnos en la mesa camilla que hay en un rincón de la librería donde Pablo aprovecha para leer, marcar, acariciar, recomponer, los libros que le llegan y para echar una cabezadita cuando es menester…  Pablo estaba atendiendo a una señora, así que acepté la invitación de Manolo, que antes de sentarse comprobó si el calienta cachas estaba encendido porque llovía y hacia frio aquel día…

                Manolo se trajo de la mesa de libros antiguos un ejemplar de una novela titulada La casa de la Troya de Alejandro Pérez Lugín… antes que de que Manolo me lo preguntara ya le había comentado yo que no conocía ni la novela ni el autor, por lo que deduje que ya teníamos conversación… Manolo se acomodó… se arrebujó en la cómoda mecedora… y le brillaban los ojillos deseoso de empezar a contarme de qué conocía él aquella novela, por qué la había leído… quién era su autor… yo me acurruqué también, con expresión de escucha atenta… esa que le gusta tanto a los psicólogos… y qué tan difícil es de practicar… pero que la aconsejo vivamente porque ayuda mucho al que tiene algo que comunicar, el que alguien le escuche… y lo haga con atención… Manolo que desde su posición en la mesa camilla veía la calle a través del gran ventanal que precede al amplio escaparate de la librería… se quedó embobado mirando la lluvia que seguía cayendo con devoción… tuve que ser yo el que con un chissst le sacará de su arrobamiento… pensaba, me dice Manolo, en Galicia, en lo que llueve en Santiago… y eso? le pregunto… porque esta novela está escrita allí, transcurre allí, me dice… hoy llueve aquí como allí, le digo… asiente Manolo… que bonita es Galicia… con lluvia y sin lluvia…

                Te sorprenderá, me dice Manolo… yo no le dejo continuar y le digo que de él ya no me sorprende nada… sonrío… pues te va a sorprender, se reafirma Manolo, que esta novela que tengo en mis manos, la conocí, y luego leí, por medio del Máster de Espiritualidad que realicé cuando me prejubilé hace ya casi cuatro años en la Loyola… ah! le pregunto, ¿es que la novela va de místicos?... que va, me dice Manolo, la novela es una preciosa historia de amor… bien escrita, trabada… que emociona… que refleja fielmente la vida de los estudiantes en aquel Santiago de principios del siglo XX… Vaya! que no me esperaba que la compra que estaba realizando por dos euros y medio me fuera a gustar tanto… dime entonces que tiene que ver con el Máster, que por cierto otro día me tendrás que contar que tal te fue, con la novela que tienes entre manos…  Pues esa es la cosa, me dice Manolo… el Master aun no lo he acabado… estoy liado con el trabajo fin de Master que lo estoy realizando sobre la experiencia de Dios, o sea, de la mística del padre Arrupe… ¿del padre Arrupe? le pregunto extrañado… sí , me dice Manolo, pero otro día te cuento el por qué de ese trabajo, que si no, no me da tiempo de hablarte del libro… Que grandísimo ser humano, el padre Arrupe, le digo a Manolo… sí, me confirma… y según más lo conoces más caes en la  cuenta de la grandeza de su corazón, de su humanidad, de su liderazgo… ya veo que lo conoces bien, le digo a Manolo… sí, me dice Manolo, lo estoy estudiando y conociéndolo muy a fondo… pero… volvamos a la Casa de la Troya que nos despistamos… aunque es el padre Arrupe, me dice Manolo el que me aconsejó su lectura, me dice Manolo, para mi asombro…  ¿cómo es eso?... le pregunto… pues leyendo una autobiografía que tiene el padre Arrupe de su época de misionero en Japón, titulada Ese Japón increíble…, en la página 12 de la 5ª edición que hace la editorial Mensajero en Bilbao en 2001, dice el padre Arrupe… Quien haya leído La Casa de la Troya conoce ya casi todos mis años de estudiante… claro, me dice Manolo, lastima que no precisara con que protagonista se identificaba más… sin pensármelo entré en el oráculo Google y busque la novela para hacerme con ella, con el sano propósito de hacerme una idea de cómo era ese ambiente estudiantil con el que de alguna manera el padre Arrupe identificaba sus años de estudiante universitario… comencé a leerla, me dice Manolo, con reparos… con el prejuicio de cómo una novela de tantos años iba a ser buena o entretenida… de un autor desconocido para mí… y su lectura fue muy gratificante, entretenida… de las que hace afición a la lectura… recomendable…

                Manolo acaricia el ejemplar de la Casa de la Troya que tiene entre manos y lo veo que se detiene en una de las  primeras páginas… lee en voz alta la dedicatoria de la persona que compró el libro… y lo hace con un respeto máximo… regalar un libro es siempre regalar amor, buenos deseos… y si va dedicado, siempre hay complicidad entre la, o el, que lo regala, y el contenido del libro… en este caso hay además mensaje que sólo sus protagonistas saben, con certeza, lo que quieren decir… emociona saber, me dice Manolo, con el cariño, que este ejemplar, Patricia, se lo regaló a su abuela Maruja, haya por Agosto de 1998, el día 15, que es el día de la Asunción de la Virgen, fiesta católica, muy celebrada en muchos pueblos de España… la dedicatoria dice así… la vuelve a leer Manolo con mucho sentimiento: A mi abuela Maruja, por ser la Virgen de la Paloma. Mil millones de besos. Y no hay mantón de la China. ¡Pero algún día lo habrá!. Patricia. 15 de Agosto de 1988. … Pues que bonito, le digo a Manolo… Maruja es un hipocorístico del nombre hebreo de María[1], la madre de Jesús…  probablemente la abuela de Patricia, Maruja, celebraría su santo el 15 de Agosto… de ahí que su nieta Patricia le regalara este libro… y pues puestos a elucubrar, me dice Manolo, Patricia le regala a su abuela el libro por ser la fiesta de la Virgen de la Paloma, que es la patrona popular de los madrileños… Patricia quiere a su abuela a rabiar… tanto, que no le envía un beso sino  mil millones… que es una cifra considerable… se queda un momento pensativo Manolo y continua… y la parte final de la dedicatoria, es seguro, que Patricia esta jugando con la estrofa de la castiza Zarzuela «La Verbena de la Paloma» que dice «Por ser la virgen de la Paloma, un mantón de la china, te voy a regalar.»[2]… por eso le dice Patricia a su abuela Maruja que no hay mantón de la China, pero que algún día lo habrá… sí señor¡ Manolo… ojala que Patricia le regalara a su abuena ese mantón de la China que ella deseaba, y desde aquí, le enviamos un fuerte abrazo a Patricia y a su abuela Maruja para que estén donde estén sigan disfrutando del cariño que se profesan…

 



 

Cómo disfruta mi amigo Manolo con los libros… y cómo disfruto yo de los comentarios que el me hace de los mismos… amenizando nuestros paseos… pero hoy seguimos sin poder pasear… sigue lloviendo intempestivamente… y seguimos los dos acurrucados en la mesa camilla, que es donde dos jubilados tienen que estar un día de lluvia… Manolo, que sabe lo que me gusta que ponga a prueba mi conocimiento del significado de muchas palabras de nuestra maravillosa  lengua castellana, hoy, por cierto, atacada, por la incultura reinante en nuestros políticos actuales… esto lo dejo en mis pensamientos, porque si le saco el tema a Manolo se enciende, y me quedo sin enterarme mas cosas que seguro me tiene que contar sobre La Casa de la Troya… Así, me pregunta si sé el significado de rábulas… (Pág. 7) le digo que no… Manolo me dice que seguro que conozco a alguno… rábula es una abogado, indocto, charlatán y vocinglero[3], vamos yo tengo dos en mente que cumplen perfectamente con esa definición… quienes son, le pregunto a Manolo… pero me cambia de tema… para decirme que Alejandro, el autor de la novela, es un buen psicólogo… Conoce bien a sus personajes… los maneja oportunamente… y yo me quedo si saber que dos abogados son para Manolo unos rábulas… Como sigue lloviendo, Manolo me sigue preguntando… ¿y el malsín, sabes lo qué es?... niego con la cabeza… pues con ese adjetivo define Alejandro a uno de sus personajes… ¡El malsín de Samoeiro!... (Pág. 47) es decir, el soplón, el cizañero de Samoeiro… desde luego, me recuerda manolo, con este es seguro que el bueno del padre Arrupe no de identificaba… ¿y brollonés?... (Pág. 51) ese sí que lo sé, le digo a Manolo, porque mi compañero de la mili, Santiago Martinez Mosquera, que es gallego, es de Pobra de Brollón, un consejo de la provincia de Lugo…  cuando le preguntabas a Santi que de donde era decía que era brollonés… buena gente el Santi… lastima que no sé de él desde que acabamos la mili, pero fíjate han pasado mas de cuarenta años y aún me sigo acordando de él… las buenas personas dejan huella indelebles en el tiempo… Manolo ojea el libro y me suelta… ¿mesada? (Pág. 61) te suena… sí, le digo, eso es la paga que tu das o pagas mensualmente por o para algo… bien… me dice Manolo… y… ¿fámula?... (Pág. 63) esa es fácil Manolo, todo el mundo sabe que una fámula es una señora o señorita, o señor o señorito del servicio doméstico… y… ¿buhedal?... no lo sé Manolo, diría que es una reunión de búhos, pero no lo sé… me rio… pues mira, dice Manolo, en el contexto que lo usa Alejandro… …lo bastante para tranquilizar las explicables y bien fundadas inquietudes que le produjo verle a usted sumergido en el buhedal de la vida cortesana… (Pág. 64) está calificando la vida cortesana de lugar cenagoso… lugar poco recomendable… vamos, le digo yo a Manolo, como las cortes actuales… buhedal donde los haya… y me responde Manolo… lo que les hace falta a nuestro gobierno actual es una palingenesia… (Pág. 64) ¿mande?, le pregunto a Manolo con cara de asombro… pues una regeneración total, un renacimiento al sentido común del que no hacen gala en ningún momento…  totalmente de acuerdo, le confirmo a Manolo…  de hadario, me dice Manolo seguidamente, califica Alejandro a otro personaje de su novela… concretamente dice… es el de ese hadario de Lorenzo Carballo… (Pág. 64) pues no sé qué significa… desdichado, me dice Manolo… vaya… Alejandro, me dice Manolo, maneja mucho vocabulario, antiguo, dicen los que lo conocen… para mí, es castellano, y punto… son palabras que ciertamente no se manejan con asiduidad, pero que enriquecen nuestra lengua… la segunda más usada en el mundo… y tan maltratada por el gobierno actual…  creo, sigue Manolo, que al actual gobierno sin duda que Alejandro lo tacharía de areópago (Pág. 87) es decir, de grupo de personas graves a quienes se atribuye, las más veces irónicamente, predominio o autoridad para resolver ciertos asuntos…[4] o también de ser un gobierno taimado , (Pág. 87) ) es decir…  bellaco, astuto, disimulado y pronto en advertirlo todo[5]y se quedaría corto, apostillo… Sin embargo hay una palabra que usa Alejandro en su libro, me dice Manolo, que ni el oráculo de Google me ha sabido dar norte… larpeirón… no me suena de nada, le digo a Manolo… no sé… igual se la ha inventado Alejandro, me dice… ¿En qué contexto la dice? igual así le sacamos un significado, le digo… parece que es como un insulto, me dice Manolo… ¡Largo de ahí, langrán, larpeirón, o le tiro una pesa a la cabeza!... (Pág. 96) ¿langrán?.. sí, me dice Manolo, eso es gallego, significa gandul, holgazán, vago… por eso deduzco que larpeirón es un insulto… pero ya te digo, no he encontrado nada sobre este vocablo… a lo mas que he llegado es a que larpeiros[6] en según qué contextos se traduce por glotón… puede que Alejandro, en uso de su libertad y creatividad lingüística, escribiera en vez de larpeiros, larpeirón… y se quedo tan pancho, remato yo…  Miro hacia la ventana y la lluvia no cesa… yo estoy muy a gusto y Manolo más, sigue ojeando el libro, buscando palabrejas para cogerme… Pablo sigue de cháchara con la cliente… Manolo levanta la cabeza… ya ha encontrado una, me digo… ¿Sabes que es una faneca?... sí que lo sé… al horno están espectaculares… es un pescado de la familia del bacalao… muy bien, asiente Manolo… y cuando decimos que una mano es ultriz… ¿Qué estamos diciendo?... pues que es una mano vengadora… le digo a Manolo… que me aplaude flojito el acierto…

                Un personaje entrañable de la novela es Barcala… me flipa la andanada que le pega a su amigo Gerardo, terminada una noche de diversión, con el resto de estudiantes residentes en La Casa de la Troya… - Esos bárbaros no saben una palabra de literatura, a pesar de todos los sobresalientes de Pereiro. Ninguno ha leído a Eça de Queiroz. ¿Crees tú que se puede vivir dignamente sin haber leído al Enorme?... No se lo digas a nadie: es una de mis devociones. ¡Viva la literatura! ¡Viva Galicia! ¡Abajo la revolución francesa! (Pág. 84). …con que sencillez y brillantez, Alejandro, por boca de su personaje Barcala, entrañable, ensalza la literatura, la buena literatura de un contemporáneo suyo… Eça de Quiroz… abogado, novelista, cónsul, portugués… me recomienda Manolo que lea de este novelista El crimen del padre Amaro… de la que ya me hablará otro día… sigue lloviendo… Manolo sigue hablando… Es Barcala el que, a la pregunta de Gerardo por Carmen, de la que está enamorando, la define así… - ¡Carmen! ¡Carmen!... ¡Carmen, carminis, el verso!... ¡Un tratado de calología!... (Pág. 84) aquí se para Manolo y me mira para saber si sé lo qué es un tratado de calología… sin esperar a que me lo pregunte le digo… pues es un tratado de estética, un estudio sobre la belleza… y termina Manolo con fuerza imitando supuestamente al Barcala de la novela gritando… ¡Viva la belleza!...- y, agotadas sus fuerzas, dejóse resbalar lentamente hasta quedar sentado en el suelo. (Pág. 84)… me dice Manolo recordando su lectura de la novela… la verdad… es una delicia… Otro personaje entrañable es Doña Generosa, dueña de la pensión La Casa de la Troya, me dice Manolo… Doña Generosa no comprendía cómo al entrar en la iglesia ciertas personas no las pulverizaba un rayo del cielo. (Pág. 243) …

                La novela de Alejandro Pérez recoge algunas canciones populares gallegas, que dichas en ese idioma me encantan, suenan tan bien!… me dice Manolo, escucha esta que le canta Carmiña a Gerardo, nuestros protagonistas de esta linda historia de amor… (Pág. 76)

Nin me falas nin me miras,                                                                                                                 castigo d’o meu pecar.                                            
¡Caminiños que eu andiven                                                     
 quen poidéravos andar!

que traducido por el traductor del oráculo Google y mi toque personal viene a decir…

No me hablas ni me miras,                                                                                                                         castigo por mi pecado.    
¡Caminos que recorrí,                                                                                                                               quién pudiera volverlos a caminar!

o esta otra que canta Carmiña… (Pág. 77)

N’o xardín una noite sentada                                   
o refrexo d’o branco luar,                                                                                                                            una nena choraba sin trégolas                                                                                                                      os desdes d’un ingrato galan.

traducida por Google y mi intuición dice…

Una noche en el jardín, 
sentada a la blanca luz de la luna,                                                                                                                  una niña lloraba sin cesar                                                                                                                       
por los desdenes de un ingrato galán.

                Memorable el dialogo de la página 148, me dice Manolo, en la que acaba de aterrizar… esta novela da para mucho, le interrumpo… Manolo no me hace caso y sigue… entre dos profesores de un tribunal de exámenes… en el que uno le recuerda al otro a la hora de calificar a un alumno el examen brillantísimo que ha hecho el señor Cunca y Velarde, don Esteban… a lo que el otro le responde… -¡Ah! Sí. Cunca y Velarde; ese papagayo que se sabe al pie de la letra, sin faltar punto ni coma, el libro de texto. Tiene usted razón. Secretario, póngale usted un “suspenso” muy grande a ese majadero. -¿Cómo suspenso?- rugió indignado don Claudio- ¿Suspenso un muchacho que lleva toda la carrera con notas de sobresaliente y que ha dicho sin equivocarse en una palabra las tres lecciones que le han correspondido en suerte? - ¡Pues por eso! Y si se examina conmigo, de grado no pasa. ¡Sobresaliente a un papagayo! ¡Dame la patita, lorito!... ¿Pero usted cree que se puede aprobar, en conciencia, a esos almacenes de palabras?... ¡Suspenso, suspenso y suspenso!... Genial¡ exclamo… la enseñanza memorística no sirve para nada… fíjate la de tarados que hay España por culpa del sistema de oposiciones… a más dificultad… notaría, abogados del Estado, jueces… más grado de… los jueces!... me interrumpe Manolo… son mas equilibrados… rompen más en corrupción… bueno, hay de todo… como la especie humana… más buenos y mas malos… sigue lloviendo… Manolo no mira el reloj… se le ve muy a gusto con la novela en la mano, paginando una y otra vez… yo si que lo miro, pero no le digo la hora… total, tenemos tiempo por delante… Manolo se queda leyendo una página para sí…  espero a que termine… ¿qué? le pregunto… pues que este Alejandro me gusta mucho como escribe… mira, continua Manolo, que dos metáforas más pulcras sobre la muerte… Sólo un leve movimiento de los dedos y el ronquido de una respiración trabajosa denotaban que todavía quedaba vida en aquel cuerpo, presa ya de la Implacable (Pág. 184) y la otra: -Fuertemente abrazóse Carmiña a su padre, queriendo defenderle con su cuerpo de la Invisible… muy agudas, le digo a Manolo… y repito… la muerte, implacable e invisible… sí señor! Bravo, Alejandro!

                Alejandro Pérez, el autor de la novela, además de novelista es periodista… conoce bien la sociedad de su época y la refleja y describe de maravilla a lo largo de la novela… así habla de los ricos… Los ricos, como decía muchas veces el sentencioso Antoñito el gitano, que aunque “tocaor” de guitarra, era un hombre profundo, no deben tener mas ocupación que la de gastar para que los pobres vivan… (Pág. 13) sin embargo, me apunta Manolo, no saques conclusiones de esa cita, pues más adelante Alejandro pone en boca de Gerardo, el estudiante protagonista de la novela, la siguiente reflexión… La humildad de los barrios de San Lorenzo y el Carmen de Abajo, que se extiende a término de la ciudad entre maizales y robledales, parecióle a Gerardo cobardía. ¿Por qué los miserables que habitaban aquellas casuchas sórdidas no subían viriles y justicieros a arrasar la población, empezando por la Universidad?... Bueno, le digo a Manolo, parece que el tal Gerardo incita a la revolución… lo que sí esta claro es que el autor refleja en la novela la época convulsa, revolucionaria, que le tocó vivir… y también refleja en varios pasajes de la novela su poco aprecio al mundo del Derecho, que son los estudios que realiza Gerardo… La ciencia del derecho antojabásele la más árida, absurda y arbitraria de todas las ciencias. Un mismo precepto decía blanco o negro, según lo interpretase un necesitado de uno o del otro color. -En suma -definía al Derecho-: una gran máquina, una diabólica maquina de enredar y hacer daño. (Pág. 138)… algo de razón tiene, le digo a Manolo… y que te parece este otro párrafo, me dice: Hay que desengañarse señores, los pueblos no serán felices ni podrán llamarse libres mientras no escriban todos sus códigos en un librillo de papel de fumar… ¡Je je! (Pág. 139)… en la misma línea que los párrafos anteriores… un tanto ácrata, el Gerardo, le digo… no sé… me responde dubitativo Manolo… leyendo a continuación… Diríase que pesaba sobre la ciudad un pavor tremendo e inexplicable a los males que acarrea la que acaso allí nombraron “funesta manía de pensar”. Que nadie haga nada, que no quiera saber nada, que no se entere de nada...(Pág. 140) Pues diríase, le digo a Manolo, que está describiendo la hoja de ruta de nuestro gobierno actual… mejor aún, me dice Manolo, la definición que hace Alejandro de esa gente mala que existe… Gente sutil, que tiene la astucia metida en el cuerpo; de caminar lento y tortuoso, pero seguro; erguidos cuando les conviene, cuando no, arrastrándose. Y siempre adelante. No se alteran por nada, ni se incomodan, ni se quejan, ni retroceden. Sonríen siempre, ¡coitadiños!, y van a lo suyo derechitos, por el camino real o por la corredoira escondida… y sigue.. solo se les puede vencer con sus mismas armas: paciencia, habilidad y mala intención… ¿En quienes estas pensando? me pregunta Manolo… en el Gobierno actual… naturalmente… me los ha clavado don Alejandro Pérez… respondo…

                Sigue lloviendo… tampoco tenemos otra cosa mejor que hacer, así que Manolo sigue ojeando la novela para recordar los placeres que le suscitaron su lectura… Hay mucha poesía en la novela, me dice… no hay historia de amor sin poesía, le digo… y me responde: El sol poniente besaba amoroso tanta hermosura, despidiéndose con pena hasta el otro díaY sintió que un feliz optimismo le poseía… (Pág. 20) llega eh!... sí que llega, sí, le respondo… y escucha esta andanada que le suelta Alejandro a los que no viven y sienten su Galicia… ¿Qué sabéis de paisajes, panoramas, ni fastuosidad de la Naturaleza vosotros los que habéis corrido el mundo de punta a cabo sin gozar la dicha de asomaros a la maravilla, al pasmo de las rías, los montes y los valles gallegos? (Pág. 176) … esto no es nacionalismo, le digo yo a Manolo, esto es amor a la tierra, que es muy distinto… así es, reconoce Manolo… hablando de amor a la tierra… mira con que respeto y cariño trata Alejandro a la más grande novelista y poetisa gallega… y empieza a leer: Es un pecado mortal morirse sin ver los campos divinos que inspiraron a Rosalía sus mas morriñosos versos. Cuando el tren haga alto en la estación de Padrón, asómate a la ventanilla contraria al andén. Allí, junto a la vía, veras, “en su cárcel de espinos y rosas”, una casiña aldeana, amorosamente rodeada de árboles. Descúbrete y reza. Allí, durante muchos años, se albergó Rosalía; allí escribió sus últimos versos; allí vivió el alma de Galicia. (Pág. 195)… Pablo, que se ha acercado a nosotros, le dice a Manolo que lo ha emocionado escuchar esas palabras tan sentidas y bien leídas sobre la gran Rosalía de Castro… pura poesía…

                A dejado de llover… nos despedimos de Pablo… me despido de Manolo que me dice… Pero nunca el rencor hizo nido en los corazones nobles… (Pág. 270)…

Bravo, Alejandro!


 

Hay cinco versiones cinematográficas de la novela:















 

Esta es la Casa de la Troya, nombre de la pensión que da titulo a la novela y el recuerdo que en la fachada de la misma hay de Alejandro Pérez Lugín:

 



                          

 

Para saber más de la novela, de su autor y de la Casa de la Troya en la actualidad convertida en museo, y de las cinco versiones cinematográficas que de la novela se han llevado a cabo… visita:

https://www.lacasadelatroya.com/

https://www.fundacionjacobea.org/santiago-de-compostela/la-casa-de-la-troya/

https://lacasadelatroya.gal/es/

 

 Mauricio Ruiz Berlanga.

24 de Noviembre de 2020.

 

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