viernes, 16 de octubre de 2020

 



 

José Luis Sampedro. El río que nos lleva. Aguilar. Madrid 1967. 3ª Edición.

 

Estaba terminando de barrer debajo de la morera que tenemos en casa… es una morera que da mucho trabajo ya que a diario deja caer una gran cantidad de hojas… moras no, porque la podamos muy cerca del tronco y,  cuando vuelve a brotar por la primavera,  apenas nos regala frutos… pero hojas, para dar y regalar… bueno, pues eso, que estaba terminando de barrer cuando me entra un «guasa» de mi amigo Manolo invitándome a comer en su casa con sus sobrinos, con los que Manolo tiene una relación muy especial, además de la sanguínea,  por la afición que comparten, a la caza y a la pesca… Manolo acostumbra a hacerles una comida de vez en cuando, con un buen potaje, o una buena plancha de carnes variadas… o un marisquito (las menos, por aquello de que son muy caros)… Hoy toca potaje al estilo de su pueblo, según me comenta en el «guasa» invitación… Manolo es de Sanlúcar, y allí hay muchas modalidades de potajes, pero el que él dice que le hacia su madre de toda la vida es el potaje de garbanzos, que los deja la noche antes en remojo de agua muy caliente y sal, al día siguiente los enjuaga y los pone en una olla ancha y alta con agua nueva que los cubra, luego le añade la pringa que lleva tocino fresco, carne magra de cerdo y costillar, además chorizo de guiso y morcilla fresca para guiso también… y a hervir un par de horas, o más, en función de la calidad de los garbanzos, y cuando estén ya tiernos se le añade una buena cantidad de chicharos, a poder ser, de Sanlúcar y si no pues lo que haya…  hay que condimentarlo con un buen pimentón, a poder ser de la Vera, que es el mejor, al gusto de sal y a servir… la verdad es que Manolo lo borda… todavía me acuerdo del que tomamos hace unos meses… espectacular… un himno de la gastronomía sanluqueña… con esas, me dispuse a terminar la faena rápido para llegar a tiempo de tomar el aperitivo que los sobrinos de Manolo son generosos y llevarán un buen jamón, queso de cabra payoya, butifarra… que a mi me enloquece… y un buen vino… la ultima vez aparecieron con unas botellas de Marqués de Murrieta del 2016 que estaba para llorar… de hecho lloramos de risa cuando ya habíamos dado cuenta de unas cuentas copas y alguno de ellos contaba chistes uno detrás de otro… recojo… me ducho y para casa de Manolo que me fui…

A pesar de que llegue pronto, no fui el primero en llegar… Manolo que es un anfitrión excepcional me recibió con una Cruzcampo muy fría que yo bebi con deleite a gollete tendido dejando el botellín a medias del primer buche… en la cocina de Manolo olía a gloria bendita, o sea a potaje con pringa… Manolo estaba ya extendiendo en la mesa un papelón de jamón, el queso azul de Alcala del Valle, otra exquisitez gaditana, una butifarra catalana y queso, esta vez no de cabra payoya, sino de oveja manchega, que es otra gloria de la gastronomía castellanomanchega… que habían traído sus sobrinos… que son tres, por orden de antigüedad en el mundo, Leo, Manolito y Gabriel… buenas personas, los tres, pero a mí el que mejor me cae es Gabriel por aquello de comparte conmigo su gran afición a la lectura, al punto, que cada vez que nos vemos solemos comentar el libro que estamos leyendo, y de camino, nos aconsejamos alguna lectura…  y así ocurrió en este encuentro… cuando ya habíamos dado cuenta del opulento y grandioso potaje con que Manolo nos conquistó una vez más, Gabriel, se acercó, y me preguntó por el libro que estaba leyendo, señal inequívoca de que quería entrar en materia de lo que tanto le gusta compartir conmigo… nos pusimos un gin-tonic cortito de ginebra, con mucho hielo y limón, y nos apartamos un poco de la mesa donde se hablaba del bicho que nos trae de cabeza… cuando ya estábamos acomodados le dije que estoy leyendo El camino de Delibes, una deliciosa narración de la primera época del escritor cazador como tú, Gabriel, le dije… casi no me dejo acabar, porque le note que estaba deseando decirme la novela que él estaba leyendo, y que por el interés que le intuía debía de haberle gustado mucho, no… muchísimo¡… El río que nos lleva… me dice solemnemente, de Sampedro, y me ha encantado, me he emocionado, me he reído, he sufrido, he llorado… en fin… todo lo que una buena novela debe lograr en el ánimo del que la lee…

Hago memoria, y yo no la he leído, le digo, pero sí que recuerdo haber visto una película, con el inolvidable Alfredo Landa de protagonista… bueno, uno de los protagonistas, me corrige Gabriel, porque son varios los que protagonizan la novela de Jose Luis Sampedro… y como veo que esta deseando contarme sus impresiones le doy rienda suelta, a la vez que saboreo mi gin-tonic… Gabriel, además, tiene una memoria excepcional y a veces casi te cita literalmente fragmentos de los libros que le han impactado como éste que me comenta… y me suelta: «Más allá del horizonte, mientras acababa de extinguirse el día, la luna esperaba su momento para asomarse a tender puentes de plata sobre los abismos de la noche», esto, está, en el segundo párrafo del primer capitulo de la novela… Bonito eh¡ me lanza expectante para ver mi reacción… Le levanto mi copa para darle a entender que me ha encantado la pasión que le ha puesto al decírmelo… y le confirmo que es un párrafo bellísimo, de los que hacen a “afición” a la literatura… La novela es una obra maestra de nuestra literatura, me dice Gabriel… olvídate de la película y lee el libro, me dice… nada que ver… la novela va de nosotros los humanos, de cómo somos, y nos comportamos, es un canto a la soledad en grupo, así lo expresa en la novela Jose Luis Sampedro: «aquel hombre necesitaba sin duda sentirse solo, pero a la vez con otro ser humano a su lado», un canto a la búsqueda del Otro, de lo que llamamos Dios, muy importante para algunos, menos o nada, para otros… «Y, sin embargo, Shannon empezó a pensar, sin palabras, en Dios»… Es una novela que nos descubre lo indigno de mucho seres humanos, y la dignidad perdida de muchos, aunque recuperada: «Por eso lo que quiero respirar para salvarme es la dignidad humana»… Gabriel capta mi atención plenamente y se viene arriba… Mira, me dice, que dialogo más hondo hay entre, dos de los protagonistas de la novela, Shannon, el inglés, aunque es irlandés, y el Americano, que es español:

“-Siempre pasa lo mismo- murmuró Shannon- . Siempre acaba resultando que la gente es indigna. La dignidad del hombre se perdió hace mucho tiempo.

Habló con tanta pasión que el Americano se desvió por un momento de sus propias ideas:

-Tiene usted también mucho que recordar, ¿eh?

-No, recordar, no. Mi problema es olvidar.

-¿Por qué olvidar? Somos lo que hemos sido.”  

La verdad que me deja perplejo el Gabriel con este dialogo que me ha narrado con una pasión y sentimiento que se hace un silencio entre los dos muy elocuente de lo que impacta lo que se nos transmite en la literatura de calidad… rompe el silencio diciéndome que en la pagina 53 esta ese dialogo tan profundo… y continua… y me suelta: «cada hombre tiene sin duda su secreto; y aquella historia era carne de aquel hombre »… si quieres conocer el secreto y esa historia que es carne de ese hombre, me dice, a leer la novela… a lo que le contesto que, tal y como me la está vendiendo ya esta en la lista de lecturas urgentes a realizar…  Veo a Gabriel haciendo ademanes meditativos, como queriendo recordar otra frase del libro, y… dice: «No hacía falta ni hablar ni pedir nada concretamente. Solo era preciso esperar con cordura, abrirse, dejar que se resecase y resquebrajase la propia corteza, mientras se pensaba de verdad en El.»   Me vuelvo a quedar pasmado con la memoria de Gabriel… eso es, le digo,   ni mas ni menos, lo que yo hago cuando medito… pero dicho con una belleza sublime…  por eso lo memorice me dice Gabriel… porque mira que hay cosas escritas sobre la meditación y el meditar… pues mejor definido que ahí no lo encontraras… asiento varias veces, porque realmente intuyo que además de la trama de la novela, del novelón, que es buenísima… hay un trasfondo muy hondo, muy hondo…

Sorbo de gin-tonic, cruzamos miradas, silencio… lo rompo… no quiero que me cuentes la trama de la novela, pero… ¿qué más has memorizado Gabriel?... me quiere hacer sufrir y se pone a hablarme de lo bueno que estaba el potaje que nos ha hecho su tío Manolo…  una joya de la gastronomía, le digo, pero no te me desvíes y cuéntame que más cosas te han impactado del libro de Jose Luis Sampedro…  pues mira, me dice, esta noche cuando llegues a casa, mira fijamente a tu mujer y dile: «Tú no eres eso, no eres mujer de muchos. Tú eres solo pa un hombre. Ni más familia ni más nadie. Tu hombre y tú y el cielo con la tierra» que forma mas hermosa de decirle a una mujer lo importante que es en la vida de un hombre…  También hay otro momento sublime en el capítulo «Oterón», donde interviene un sacerdote, que en una homilía se muestra como lo que realmente es: un hombre… con sus dudas… que dice… «Pero las palabras se han desgastado en nuestras bocas y no sirven…» y continua el cura… «Somos felices olvidando, nos refrescamos en la cobardía como el pez en el agua, inventando mil maneras de ser cobardes pareciendo valientes. ¡Ay!, antes el santo era fuerte y el pecador era fuerte. Los dos sentían a Dios; los dos se estremecían ante El; los dos eran dignos de la esperanza. Ahora desplegamos nuestros papeles, nuestras palabras, nuestros libros, nuestras organizaciones, y tenemos bien archivado a Dios, administramos a Dios, utilizamos a Dios, sin mirar nunca de frente, para que no haga imposible nuestra cómoda vida de cobardes.»… qué decir… con curas como ese las iglesias no estarían vacías… le digo a Gabriel que me tiene asombrado por su capacidad de retención… y me dice… pues esto va para ti que tanto meditas… «Porque ese es el misterio más patético y el que más espanta y acobarda al meditarlo; ese de que Dios haya llevado en sí, además de todo, también la nuececilla dura y amarga de morir. Pero yo pienso esto: que me sería más fácil creer en un Dios incapaz de morir; pero me sería más fácil poner en sus manos mi esperanza. Porque su muerte es la hermosa puerta de la resurrección; y la resurrección de Dios es la esperanza de mi resurrección. Así, solo así, hermanos, tengo fuerza para continuar solo y solo, para sostener mí vida, aunque pecadora, con dignidad durante la espera.»… medito un poco todo lo que Gabriel me esta narrando de la homilía del cura de la novela y no salgo de mi asombro… no puedo estar más de acuerdo con ese cura… Bravo, Gabriel¡¡ Bravo, Sampedro¡¡ estoy realmente impactado le digo a Gabriel… tengo que leer la novela ya… disfrutarla como tú,  Gabriel…          

Gabriel está lanzado… me dice, si estoy al tanto de la movida que hay con jueces y fiscales en nuestra España actual… le digo que claro… y me dice… por eso, por la imagen tan nefasta que dan los jueces en este país nuestro… sobre todo los de arriba… los de Tribunales Supremos y Constitucionales… memoricé esta cita tan actual para hoy… «Si los jueces caminaran por esas sendas de Dios, puede que hubiera justicia. Pero los jueces no ven más que papeles, y en cuanto una cosa se escribe ya es mentira.»… pero no quiero que hablemos de jueces y de políticos, que es hablar de la mediocridad… me dice Gabriel, y le doy la razón… hablemos de la novela, de lo que me gusta encontrarme con palabras que desconozco… y le pregunto ¿cómo cuál?... zardachero, me dice… sabes qué es… repito yo pausadamente… zar-da-che-ro… pero no me suena de nada… vencido, le digo… pues es un lagarto que se da por el alto tajo, por donde transcurre la novela… yo tampoco lo conocía… puede llegar a medir un metro de punta a punta… es una especie que hoy esta muy protegida… pero bueno, le digo, Gabriel, qué novela… naturaleza de la buena… bueno… si te contara, me dice Gabriel… toda la novela es naturaleza en estado puro… una joya de novela…

Se nos acerca Manolo… ya está bien, no?, de tanta literatura… dedicarnos a los demás un ratito,  no?... asentimos Gabriel y yo… pero eso te va a costar otro gin-tonic Manolo… eso está hecho… se va a ponerlos… pero Gabriel lo retine y le dice… tío eres autentico como la novela que estamos comentando… y lo abraza… luego me abraza a mi… qué rato más bueno Gabriel… le digo… gracias… de nada, me contesta, y me suelta… para terminar… «Se vive con dignidad cuando se vive con autenticidad»…

 

Mauricio Ruiz Berlanga,

16 de Octubre de 2020.

 

La imagen del libro: https://www.iberlibro.com/buscar-libro/titulo/rio-lleva/autor/jose-luis/libro/

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario