jueves, 21 de septiembre de 2017

El Terremoto

   

    Algunos días Manolo me llama para ir a dar un paseo... y así, mientras que estiramos las piernas, hacemos algo de ejercicio, que nos viene de maravilla, le damos al palique, que es lo que más nos gusta a los dos... es sumamente saludable poder largar por la boca todo lo que quieras, no quedarte nada dentro, y más saludable aun tener a alguien que te escuche... bueno, Manolo precisamente, escuchar, escucha poco, es mas de hablar, pero a mi no me importa, porque me interpela, y aunque menos que él, yo también hablo... ayer quedamos después de comer, y lógicamente en cuanto nos vimos, Manolo, lo primero que hace es preguntarme si me he enterado de lo del terremoto de México,  y sí que me había enterado, en el telediario habían dado alcance a la noticia... Manolo me dice que lo que más le apena de estas noticias es con la ligereza que se habla de muertos... de los muertos.... del número de muertos, cuando un solo muerto en sí ya es una tragedia... pues nada, que si ya hay doscientos veinticuatro, que si llegaran a los trescientos... veras, dice Manolo, no es que no lo digan, o que nos mientan,  pero noto como una falta de respeto a esas víctimas... siento, me dice, como que si yo estuviera allí entre los muertos, que se diga que somos doscientos o trescientos, ¿y cual soy yo?, ¿el ciento veintiuno? ... no se, me parece una falta de respeto tan grande (y me vienen a la memoria, como otra grandísima falta de respeto al ser humano, y que nos muestra de lo miserable que podemos llegar a ser, esas montañas de muertos esqueléticos de los campos de concentración nazis, que aparecen en fotos, ... en esas montañas hay músicos, panaderos, poetas, mecánicos...que se yo.... tanta gente, que nunca, para nada, se merecían terminar así,  en un montón, en fin...) ... estamos como vacunados a este tipo de noticia... da la impresión que vamos a sentir lo mismo si son cuatro, veinticuatro o trescientos veinticuatro los muertos... y detrás de cada uno hay una familia, unos hijos, unos hermanos, que van a sufrir  lo indecible, cada uno es una tragedia inmensa de dolor, del dolor que mas duele porque es del amor, el de la pérdida del ser amado... el que más consuelo necesita... Manolo, se para, me mira y me dice muy serio, que ya, cuando la del telediario, cuenta lo de los niños en la escuela, unos cincuenta niños muertos, se le saltaron las lágrimas... es que es muy fuerte¡ estar en clase y ... ruidos, temblores ... el suelo que cede, oscuridad, polvo... dejar de existir... con diez, doce, seis...años.. no sé, me dice Manolo, pero es muy duro... se me antoja que se le hace un nudo en la garganta... y le digo  a Manolo que lo que le está pasando a él, dentro de la tragedia es muy bonito, porque ese nudo en la garganta que no le deja hablar es fruto de la compasión, y el que no siente compasión por el que sufre o por el dolor, no es humano... será otra cosa, pero no humano... verdad que casi nada podemos hacer, pero al menos siente compasión, ... y eso es respeto a las víctimas, a las que se han ido, y a sus familiares que sufren su pérdida, es solidaridad humana en la distancia.., es hacerte uno con el otro que sufre, es ser humano... En cuanto Manolo ve que estamos los dos muy emocionados, me cambia el paso, y me dice que no veas lo que se pudo reir hace unos años cuando hubo en su pueblo un pequeño terremoto, por la mañana temprano, ese día, me cuenta Manolo, salí de mi casa muy acalorado porque había discutido con mi mujer a cuenta de mi hija, y en el coche me acordé que no me había tomado la pastilla de la tensión, y estaba últimamente un poco acojonado con lo de que no me vaya a dar un infarto, como al pobre de Paco que le dio el pasado sábado y no salio para adelante, con sesenta años, y mucha vida por delante, y eso me había afectado, también  porque últimamente no dormía bien,... total que con esos pensamientos llegué al Parking de la oficina donde trabajaba y al poner los dos pies fuera del coche para bajarme noto como un mareo que le subía de las piernas hacia arriba... no sé, algo muy raro... que me hizo sentarme de inmediato en el coche y  me dije ... ya esta, y me va a dar el infarto... como no estaría yo de asustado que cuando entró un compañero de la oficina me vió, me preguntó qué me pasaba... le conté que no estaba bien... y por la cara que me vio, me dijo móntate ahora mismo en el coche que te llevo al centro de salud no te vaya a quedar como un peajarito  aqui en el parking, me dijo el cabrón para animarme... yo con la mano en la axila, esperando el golpe fatal super agobiado... total, con esas, llegamos a la urgencia del centro de salud y me pasan corriendo para dentro, me toman la tensión, me preguntan que síntomas tengo, les hablo de esa especie de hormigueo de abajo arriba, cuento algo de mi situación anímica,  les digo que dolor, lo que se dice dolor, en el pecho, no tengo, insisto en  lo de esa especie de temblor de piernas que me entró al salir del coche, y veo qe las dos enfermeras que estan detras mia comienzan a reírse... el médico me ve cara de mosqueo y me dice... Manolo, sabe mi nombre porque me conoce, ¿tú te has enterado que hace un rato hemos sentido en el pueblo un pequeño terremoto de magnitud tres?... que son de esos que no derrumban nada pero que se notan... y apostilla, no sera, que ha coincidido ese ligero temblor con tu salida del coche y dada tu situación anímica se han desencadenado en tu interior un claro infarto que no ha habido ni por asomo... el compañero que venía conmigo comenzó a reírse ... como yo me estaba riendo, en ese momento de la narración, de Manolo, y él igual... no veas, me dice, el cachondeo que tuvieron conmigo toda la semana... continuamos el paseo, con ese rato de silencio que se suele dar cuando ha habido un momento de relajación, de risas, en medio de una conversación... y al rato me dice Manolo, de nuevo con cara seria, que tiene cojones que en la adversidad y tragedia que produce un terremoto, haya gentes que se dediquen rápidamente al saqueo, a sacar ganancias del sufrimiento de los demás... le digo que son los menos, y me dice que, afortunadamente, pero que le dolía enormemente lo que había visto en el telediario, en uno de los reportajes, cuando una pobre anciana se negaba a abandonar su casa por miedo a que le quitaran lo poco que tenía... como somos ¡ exclama Manolo... yo le digo que se quede con las escenas de cadenas de voluntarios ayudando a los heridos, a quitar los escombros, casi con las manos, en un caos tremendo, pero ayudando, con lo poco que tienen, compartiendo un poco de agua... en toda tragedia, le digo a Manolo, sale lo mejor del ser humano, en la mayoría de las personas de bien... y lo peor en otros, me dice Manolo, hay quien enseguida se va corriendo del lugar por lo que pueda pasar... no miran si pueden ayudar o auxiliar, simplemente se van, son unos cobardes... le digo a Manolo que no podemos juzgar a esas personas de cobardes, no sabemos lo que haríamos él o yo en situaciones similares...  igual te conviertes en un héroe, que eres un cobarde... lo normal, le digo a Manolo, es que nos solidaricemos con la gente que sufre, y eso es lo que vamos a hacer, le digo a Manolo, en cuanto terminemos el paseo... vamos a escribir un mensaje de condolencia y de ánimo a la embajada de México en Madrid, en su página Web, y aportación extra este mes a Entreculturas, esa ONG que te gusta tanto Manolo, qe seguro ya estarán maquinando cómo reconstruir escuelas para que los chavales puedan recuperar su normalidad cuanto antes... la tragedia, por grande que sea, no para al ser humano... seguimos caminando en silencio, en un profundo silencio que hablaba de respeto a las víctimas, de recuerdo a esos niños que han perdido la vida tan absurdamente, silencio, por este misterio que es la vida, que a unos les regalo tanto, y a otros tanto les quita... y,  ni unos merecemos que nos regale tanto, ni otros merecen que se les quite tanto....

Nota: La imagen esta tomada de: Enlace

1 comentario:

  1. "Ni unos merecemos que nos regalen tanto, ni otros merecen que se les quite tanto". Si estiviera en nuestras manos a todos nos regalarían y quitarían por igual, pero es la vida y como tal, aunque duela y sea tan injusta, hay que aceptarlo. La vida siempre tendrá dos caras y nosotros siempre le mostraremos la mejor de ellas. El amor.

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