Esta tarde he estado tomando café
con mi amigo Manolo en la cafetería San Antonio. Es una cafetería que nos gusta
porque tiene una amplia terraza, las mesas están lo suficientemente separadas
para que no te enteres de la conversación de la mesa de al lado, y sobre todo
tiene unas camareras simpáticas y amables que nos amenizan nuestro café con sus
paseos de acá para allá… ya me entendéis… Manolo y el que os cuenta, somos ya
unos sesentones, verderones, que nos gusta disfrutar de todo lo que la vida te
puede ofrecer a esta edad… y una de las cosas que mas nos gusta, es comentar a
nuestro admirado sexo opuesto, cruzando nuestra miradas cuando atisbamos algo
que efectivamente es digno de admirar… y en esas estábamos esta tarde cuando se
sentó no muy lejos de nuestra mesa otro
sesentón, con bigotes, cara enjuta, canoso, con cara de no muy buenas migas…
tanto, que Manolo, que no tiene pelos en la lengua, cuando se acercó Loli, la
camarera, para traernos un poquito de agua que le habíamos pedido, le digo en
tono de guasa… Loli, vaya tela el gacho del bigote que se ha sentado ahí, ese
no te da gratis ni la buenas tardes… la Loli le dedicó a Manolo su sonrisa
habitual y se marcho hacia el caballero a ver que quería…
Apuramos el agua que Loli nos
había dejado y de seguida me lanza Manolo una pregunta que me descoloca… ¿Tú
mientes mucho?... yo, me quede un momento pensativo, y, con guasa le respondí…
lo normal… Manolo se rio… y me preguntó… ¿qué es lo normal?... hombre pues, de
vez en cuando, no sé… a mi mujer cuando fumo y le digo que no he fumado… a mis
hijos cuando me piden dinero y les digo que tengo la cuenta tiesa para que
rebajen la cuantía… a ti cuando te pones muy pesado, y me quiero ir, y te digo que mi mujer me está esperando…
Manolo pone cara de conforme y me dice que esa misma pregunta se la soltó hoy
por la mañana a su mujer y le dijo que ella nunca mentía… a lo que Manolo le
dijo que de eso nada… que aquí todos mienten…
Algo desconcertado, por el
derrotero que había tomado la conversación con Manolo, ya que siendo lunes lo
normal es que estuviéramos halando del cabronazo de arbitro que pitó el partido
de la Real con el Betis, que ya me dijo Manolo nada mas verme que había sido un
robo con alevosía… cuando le pregunté que a qué había venido eso de la pregunta
de si yo miento… entonces Manolo me lo explica: la última novela que ha leído,
y que le ha gustado mucho, va de una mentira, de una gran mentira, que es la
vida misma, si la queremos ver así… la podemos ver también como una gran
verdad, aunque estemos mintiendo… Veo que la cosa se esta poniendo sería… que
Manolo no va de mentirijillas sino que quiere entrar en faena, y hablar de la
mentira… Vaya¡ le digo a Manolo, así que todos mentimos, ¿no?... Manolo que
estaba mirando al tío del bigotes, me dice que si la novela le ha gustado es
porque le ha estado interpelando a él mismo continuamente sobre sus propias
mentiras… la novela va de la mentira que se monta un gacho, me dice Manolo,
como ese que ha llegado a tomar café, sólo, y que a la vez, cuando por una serie
de peripecias va interactuando con otros personajes, éstos, a la vez, también
tienes sus vidas montadas en mentiras… y tirando del hilo, me dice Manolo, veo
que mi vida, también está montada en mentiras… y la tuya… me dice… y la de
aquel… enfocando la mirada hacia el canoso de dos mesas más allá… Es una novela
que impacta… una gran novela, me dice Manolo…
La novela, me sigue diciendo
Manolo, define a muchos tipos de mentirosos y de mentiras… y me interpela:
acaso no conoces tú, a muchos y muchas que, «se nutren de lo que ven y escuchan,
esos liantes, chismosos y parlanchines que después, en cualquier lugar y
momento, extienden la miseria ajena como la fregona con el agua sucia» (Pág.
14)… sí que conozco a unas y unos cuantos, le digo… esos y esas que cuando te
van a contar algo que no saben si es mentira o verdad ( entonces para qué lo
cuenta) te dicen en tono bajito “pero no lo comentes, eh¡, que a lo mejor es
mentira” y así tranquiliza su conciencia… pero lo suelta a diestro y siniestro…
son gentuza que no saben el daño que se pude hacer con difamar algo que no es verdad…
ante la duda, cállate… no lo cuentes… ya se verá… Manolo me sigue atento y me
da la razón… fija de nuevo la mirada en el del bigotes y me dice que sigue solo
en la mesa… me comenta que parece que esta viendo al protagonista de la novela
que «nunca fue un hombre sociable, no rehuía el trato con la gente pero se
encontraba más a gusto en soledad»(Pág. 23)… y es que la soledad querida es muy
buena compañera, pero la no deseada te hace un ser complejo, difícil, capaz de
mentir (incluso compulsivamente) para poder llegar a los demás, para poder relacionarte…
éstos y éstas, que no desean la soledad son
«ese grupo de individuos que, una vez entran en el hogar, ya no tienen motivos
para salir: los olvidados de una sociedad que cada vez se preocupa más en
olvidar a sus miembros» (Pág. 25)… como me llega esto, le digo a Manolo… que
verdad mas grande… intuyo, le digo, que estamos ante una novela nada
superficial y que entra en el fondo de la
naturaleza humana… ¿me equivoco? le pregunto a Manolo, que me dice…
bueno entra en el fondo de la naturaleza humana y denuncia esa naturaleza
humana que miente para ser algo en la sociedad o en las llamadas redes sociales…
redes que atrapan a nuestros jóvenes ( y no tan jóvenes) en esa fabulosa
mentira del aparentar continuamente un estado de bienestar y felicidad que en cuanto
se “arrasca” algo en sus vidas se ve que es mera fachada e hipocresía…
Y… ojo¡, continua Manolo, que el
protagonista de la novela no dice grandes mentiras, más bien en la mayoría de
sus peripecias lo que hace es callar, pero como dice la autora en la novela «guardar
silencio no es ninguna virtud. La omisión es la más básica de las mentiras que
a menudo se considera un mal menor… Al que calla no se le puede reconocer siquiera
una pizca de valentía, ni un mínimo esfuerzo para respaldar su propia farsa, sino
que silencia y concede lo que el oyente presupone»… vamos, termina Manolo, efectivamente
hay mucha gente cobarde que calla, que callamos ante tanta mentira e
injusticia, que miramos para otro lado… creyendo que así no formamos parte de
esa gran mentira que es nuestra sociedad… como dice Maria de Monte en la novela:
«sólo hay que hacer las cuentas para
confirmar que la mentira forma parte de la vida humana» (Pág. 55)…
Oye Manolo, le pregunto… ¿no crees tú
que el titulo debería ser Todos y, todas, mienten?... pues sí, porque es
verdad que el “todos” en castellano engloba lo masculino y lo femenino… per eso
no deja ser una convención machista más de las muchas que debemos de quitar…
porque cuando decimos “todos mienten” se piensa en lo masculino y no en
lo femenino… y eso en todos los casos en que empleamos el neutro… que aunque
neutro no deja de ser masculino… así que, sí, estoy de acuerdo contigo, en que el titulo
quedaría mejor con ese todas incluido…
Pues sí Manolo, veo que tengo que leer
esta novela… yo la he gozado mucho me dice Manolo rápidamente… te la aconsejo vivamente…
me estoy acordando, sigue, de una “definición” que da la autora de la infidelidad
que es un buen colofón para terminar esta conversación, pagues los cafés, y nos
vayamos que se ha hecho tarde… dice: «La
infidelidad es una mentira cruel, acaba de un plumazo con el amor y el respeto»
(Pág. 107)… aunque ciertamente no siempre es así… hay infidelidades que se
perdonan, y que incluso ayudan a que la pareja afiance aún más sus relaciones… aunque
eso de la infidelidad es mejor dejarlo para otra charlita… me quejo a Manolo de que me haya adjudicado el
pagar los cafés… pero me dice que ese es el pago que tengo que hacer por el
favor que me ha hecho al darme a conocer esta novela que tanto me va a gustar
cuando la lea… pues nada que objetar, pago y nos levantamos mirando los dos de
reojo al del bigotes que seguía allí mas solo que la una…
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