José Luis Sampedro.
El río que nos lleva. Aguilar. Madrid 1967. 3ª Edición.
Estaba terminando de barrer
debajo de la morera que tenemos en casa… es una morera que da mucho trabajo ya
que a diario deja caer una gran cantidad de hojas… moras no, porque la podamos
muy cerca del tronco y, cuando vuelve a
brotar por la primavera, apenas nos
regala frutos… pero hojas, para dar y regalar… bueno, pues eso, que estaba
terminando de barrer cuando me entra un «guasa» de mi amigo Manolo
invitándome a comer en su casa con sus sobrinos, con los que Manolo tiene una
relación muy especial, además de la sanguínea,
por la afición que comparten, a la caza y a la pesca… Manolo acostumbra
a hacerles una comida de vez en cuando, con un buen potaje, o una buena plancha
de carnes variadas… o un marisquito (las menos, por aquello de que son muy
caros)… Hoy toca potaje al estilo de su pueblo, según me comenta en el «guasa»
invitación… Manolo es de Sanlúcar, y allí hay muchas modalidades de
potajes, pero el que él dice que le hacia su madre de toda la vida es el potaje
de garbanzos, que los deja la noche antes en remojo de agua muy caliente y sal,
al día siguiente los enjuaga y los pone en una olla ancha y alta con agua nueva
que los cubra, luego le añade la pringa que lleva tocino fresco, carne magra de
cerdo y costillar, además chorizo de guiso y morcilla fresca para guiso
también… y a hervir un par de horas, o más, en función de la calidad de los
garbanzos, y cuando estén ya tiernos se le añade una buena cantidad de chicharos,
a poder ser, de Sanlúcar y si no pues lo que haya… hay que condimentarlo con un buen pimentón, a
poder ser de la Vera, que es el mejor, al gusto de sal y a servir… la verdad es
que Manolo lo borda… todavía me acuerdo del que tomamos hace unos meses…
espectacular… un himno de la gastronomía sanluqueña… con esas, me dispuse a
terminar la faena rápido para llegar a tiempo de tomar el aperitivo que los
sobrinos de Manolo son generosos y llevarán un buen jamón, queso de cabra
payoya, butifarra… que a mi me enloquece… y un buen vino… la ultima vez
aparecieron con unas botellas de Marqués de Murrieta del 2016 que estaba para
llorar… de hecho lloramos de risa cuando ya habíamos dado cuenta de unas
cuentas copas y alguno de ellos contaba chistes uno detrás de otro… recojo… me
ducho y para casa de Manolo que me fui…
A pesar de que llegue pronto, no
fui el primero en llegar… Manolo que es un anfitrión excepcional me recibió con
una Cruzcampo muy fría que yo bebi con deleite a gollete tendido dejando el
botellín a medias del primer buche… en la cocina de Manolo olía a gloria
bendita, o sea a potaje con pringa… Manolo estaba ya extendiendo en la mesa un
papelón de jamón, el queso azul de Alcala del Valle, otra exquisitez gaditana,
una butifarra catalana y queso, esta vez no de cabra payoya, sino de oveja
manchega, que es otra gloria de la gastronomía castellanomanchega… que habían
traído sus sobrinos… que son tres, por orden de antigüedad en el mundo, Leo,
Manolito y Gabriel… buenas personas, los tres, pero a mí el que mejor me cae es
Gabriel por aquello de comparte conmigo su gran afición a la lectura, al punto,
que cada vez que nos vemos solemos comentar el libro que estamos leyendo, y de
camino, nos aconsejamos alguna lectura…
y así ocurrió en este encuentro… cuando ya habíamos dado cuenta del
opulento y grandioso potaje con que Manolo nos conquistó una vez más, Gabriel,
se acercó, y me preguntó por el libro que estaba leyendo, señal inequívoca de
que quería entrar en materia de lo que tanto le gusta compartir conmigo… nos
pusimos un gin-tonic cortito de ginebra, con mucho hielo y limón, y nos
apartamos un poco de la mesa donde se hablaba del bicho que nos trae de cabeza…
cuando ya estábamos acomodados le dije que estoy leyendo El camino de
Delibes, una deliciosa narración de la primera época del escritor cazador como
tú, Gabriel, le dije… casi no me dejo acabar, porque le note que estaba
deseando decirme la novela que él estaba leyendo, y que por el interés que le
intuía debía de haberle gustado mucho, no… muchísimo¡… El río que nos lleva…
me dice solemnemente, de Sampedro, y me ha encantado, me he emocionado, me
he reído, he sufrido, he llorado… en fin… todo lo que una buena novela debe
lograr en el ánimo del que la lee…
Hago memoria, y yo no la he
leído, le digo, pero sí que recuerdo haber visto una película, con el
inolvidable Alfredo Landa de protagonista… bueno, uno de los protagonistas, me
corrige Gabriel, porque son varios los que protagonizan la novela de Jose Luis
Sampedro… y como veo que esta deseando contarme sus impresiones le doy rienda
suelta, a la vez que saboreo mi gin-tonic… Gabriel, además, tiene una memoria
excepcional y a veces casi te cita literalmente fragmentos de los libros que le
han impactado como éste que me comenta… y me suelta: «Más allá del horizonte,
mientras acababa de extinguirse el día, la luna esperaba su momento para
asomarse a tender puentes de plata sobre los abismos de la noche», esto,
está, en el segundo párrafo del primer capitulo de la novela… Bonito eh¡ me
lanza expectante para ver mi reacción… Le levanto mi copa para darle a entender
que me ha encantado la pasión que le ha puesto al decírmelo… y le confirmo que
es un párrafo bellísimo, de los que hacen a “afición” a la literatura… La
novela es una obra maestra de nuestra literatura, me dice Gabriel… olvídate de
la película y lee el libro, me dice… nada que ver… la novela va de nosotros los
humanos, de cómo somos, y nos comportamos, es un canto a la soledad en grupo,
así lo expresa en la novela Jose Luis Sampedro: «aquel hombre necesitaba sin
duda sentirse solo, pero a la vez con otro ser humano a su lado», un canto
a la búsqueda del Otro, de lo que llamamos Dios, muy importante para algunos,
menos o nada, para otros… «Y, sin embargo, Shannon empezó a pensar, sin
palabras, en Dios»… Es una novela que nos descubre lo indigno de mucho
seres humanos, y la dignidad perdida de muchos, aunque recuperada: «Por eso
lo que quiero respirar para salvarme es la dignidad humana»… Gabriel capta
mi atención plenamente y se viene arriba… Mira, me dice, que dialogo más hondo
hay entre, dos de los protagonistas de la novela, Shannon, el inglés, aunque es
irlandés, y el Americano, que es español:
“-Siempre pasa lo mismo- murmuró
Shannon- . Siempre acaba resultando que la gente es indigna. La dignidad del
hombre se perdió hace mucho tiempo.
Habló con tanta pasión que el
Americano se desvió por un momento de sus propias ideas:
-Tiene usted también mucho que
recordar, ¿eh?
-No, recordar, no. Mi problema es
olvidar.
-¿Por qué olvidar? Somos lo que hemos
sido.”
La verdad que me deja perplejo el
Gabriel con este dialogo que me ha narrado con una pasión y sentimiento que se
hace un silencio entre los dos muy elocuente de lo que impacta lo que se nos
transmite en la literatura de calidad… rompe el silencio diciéndome que en la
pagina 53 esta ese dialogo tan profundo… y continua… y me suelta: «cada
hombre tiene sin duda su secreto; y aquella historia era carne de aquel hombre »…
si quieres conocer el secreto y esa historia que es carne de ese hombre, me
dice, a leer la novela… a lo que le contesto que, tal y como me la está
vendiendo ya esta en la lista de lecturas urgentes a realizar… Veo a Gabriel haciendo ademanes meditativos,
como queriendo recordar otra frase del libro, y… dice: «No hacía falta ni
hablar ni pedir nada concretamente. Solo era preciso esperar con cordura,
abrirse, dejar que se resecase y resquebrajase la propia corteza, mientras se
pensaba de verdad en El.» Me vuelvo
a quedar pasmado con la memoria de Gabriel… eso es, le digo, ni mas ni menos, lo que yo hago cuando
medito… pero dicho con una belleza sublime… por eso lo memorice me dice Gabriel… porque
mira que hay cosas escritas sobre la meditación y el meditar… pues mejor
definido que ahí no lo encontraras… asiento varias veces, porque realmente
intuyo que además de la trama de la novela, del novelón, que es buenísima… hay
un trasfondo muy hondo, muy hondo…
Sorbo de gin-tonic, cruzamos miradas,
silencio… lo rompo… no quiero que me cuentes la trama de la novela, pero… ¿qué
más has memorizado Gabriel?... me quiere hacer sufrir y se pone a hablarme de
lo bueno que estaba el potaje que nos ha hecho su tío Manolo… una joya de la gastronomía, le digo, pero no
te me desvíes y cuéntame que más cosas te han impactado del libro de Jose Luis
Sampedro… pues mira, me dice, esta noche
cuando llegues a casa, mira fijamente a tu mujer y dile: «Tú no eres eso, no
eres mujer de muchos. Tú eres solo pa un hombre. Ni más familia ni más nadie.
Tu hombre y tú y el cielo con la tierra»… que forma mas hermosa de decirle a una mujer
lo importante que es en la vida de un hombre… También hay otro momento sublime en el
capítulo «Oterón», donde interviene un sacerdote, que en una homilía se muestra
como lo que realmente es: un hombre… con sus dudas… que dice… «Pero las
palabras se han desgastado en nuestras bocas y no sirven…» y continua el cura…
«Somos felices olvidando, nos refrescamos en la cobardía como el pez en el
agua, inventando mil maneras de ser cobardes pareciendo valientes. ¡Ay!, antes
el santo era fuerte y el pecador era fuerte. Los dos sentían a Dios; los dos se
estremecían ante El; los dos eran dignos de la esperanza. Ahora desplegamos
nuestros papeles, nuestras palabras, nuestros libros, nuestras organizaciones,
y tenemos bien archivado a Dios, administramos a Dios, utilizamos a Dios, sin
mirar nunca de frente, para que no haga imposible nuestra cómoda vida de
cobardes.»… qué decir… con curas como ese las iglesias no estarían vacías…
le digo a Gabriel que me tiene asombrado por su capacidad de retención… y me
dice… pues esto va para ti que tanto meditas… «Porque ese es el misterio más
patético y el que más espanta y acobarda al meditarlo; ese de que Dios haya
llevado en sí, además de todo, también la nuececilla dura y amarga de morir.
Pero yo pienso esto: que me sería más fácil creer en un Dios incapaz de morir;
pero me sería más fácil poner en sus manos mi esperanza. Porque su muerte es la
hermosa puerta de la resurrección; y la resurrección de Dios es la esperanza de
mi resurrección. Así, solo así, hermanos, tengo fuerza para continuar solo y
solo, para sostener mí vida, aunque pecadora, con dignidad durante la espera.»…
medito un poco todo lo que Gabriel me esta narrando de la homilía del cura
de la novela y no salgo de mi asombro… no puedo estar más de acuerdo con ese
cura… Bravo, Gabriel¡¡ Bravo, Sampedro¡¡ estoy realmente impactado le digo a
Gabriel… tengo que leer la novela ya… disfrutarla como tú, Gabriel…
Gabriel está lanzado… me dice, si
estoy al tanto de la movida que hay con jueces y fiscales en nuestra España
actual… le digo que claro… y me dice… por eso, por la imagen tan nefasta que
dan los jueces en este país nuestro… sobre todo los de arriba… los de
Tribunales Supremos y Constitucionales… memoricé esta cita tan actual para hoy…
«Si
los jueces caminaran por esas sendas de Dios, puede que hubiera justicia. Pero
los jueces no ven más que papeles, y en cuanto una cosa se escribe ya es
mentira.»… pero no quiero que hablemos de jueces y de políticos, que es
hablar de la mediocridad… me dice Gabriel, y le doy la razón… hablemos de la
novela, de lo que me gusta encontrarme con palabras que desconozco… y le
pregunto ¿cómo cuál?... zardachero, me dice… sabes qué es… repito yo
pausadamente… zar-da-che-ro… pero no me suena de nada… vencido, le digo… pues
es un lagarto que se da por el alto tajo, por donde transcurre la novela… yo
tampoco lo conocía… puede llegar a medir un metro de punta a punta… es una especie
que hoy esta muy protegida… pero bueno, le digo, Gabriel, qué novela…
naturaleza de la buena… bueno… si te contara, me dice Gabriel… toda la novela
es naturaleza en estado puro… una joya de novela…
Se nos acerca Manolo… ya está bien,
no?, de tanta literatura… dedicarnos a los demás un ratito, no?... asentimos Gabriel y yo… pero eso te va
a costar otro gin-tonic Manolo… eso está hecho… se va a ponerlos… pero Gabriel
lo retine y le dice… tío eres autentico como la novela que estamos comentando…
y lo abraza… luego me abraza a mi… qué rato más bueno Gabriel… le digo…
gracias… de nada, me contesta, y me suelta… para terminar… «Se vive con
dignidad cuando se vive con autenticidad»…
Mauricio Ruiz Berlanga,
16 de Octubre de 2020.
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